Conocida ya “la macabra” modalidad en la que ganó las
elecciones el actual alcalde de Quito Mauricio Rodas luego del revelador video
de La
Hora de Maquiavelo, no solo me queda la fea sensación de haber
sido burlada por las estrategias maquiavélicas de
un supuesto “asesor político” que desconoce de ética pero muy bien del juego
del cinismo, sino que también y como si se tratara de una relación amorosa, me
siento decepcionada, confundida y profundamente engañada ¿el que miente una
vez, miente todo el tiempo? me pregunto.¿Por qué una figura política niega la
relación estrecha que existe con la persona que lo llevó al poder?¿Podemos
seguir creyendo en alguien que ganó la confianza de miles de quiteños en base a
la mentira y al engaño? Nos ilusionaron con una figura joven, carismática,
nueva en el mundo de la política pero que lamentablemente venía contagiado de
los peores trucos que la política puede tener: el discurso populista disfrazado
del interés personal.
A mi juicio y segura que coincidiré con muchos más, son
tantas las dudas que surgieron en torno a tan grave revelación, que resulta justo
aclarar la importancia de la sinceridad como respaldo de toda acción de un ser
humano y de su actividad, más aún de una figura política que representa la voz
y las ilusiones de los pobladores de una ciudad como Quito.
Transcurridos dos años de la gestión de Mauricio Rodas y
una vez desenmascarado por su asesor político - al
que niega una y otra vez en repetidas oportunidades y
en diferentes medios de comunicación- de
inmediato surge la necesidad de plantearnos la pregunta: ¿Cuánto hay de mentira
y cuánto hay de verdad en lo actuado hasta el momento?
Entre el 30 de abril y 2 de mayo del 2014 Mauricio Rodas,
el recién electo alcalde compró una casa nueva valorada en USD 370 mil dólares.
En ese entonces no supo justificar de dónde se obtuvieron los recursos para el
pago de contado del inmueble. Hoy, después del video de Durán Barba donde menciona
que “El Chico Rodas se presentó ante él sin dinero, sin amigos, sin partido…”,
nos vuelve a causar una inquietante duda. En aquella ocasión, la noticia que
tuvo cierta reacción en las redes sociales, no mereció una sola publicación en
la prensa privada, que más bien aprovechó para resaltar a la familia del
alcalde y su vida de fantasía.
¡El
que miente una vez, miente más! En noviembre del 2014 un nuevo escándalo sale a
la luz. El primero de noviembre bajo el título de: “Los tentáculos del “Chapo” llegan a Quito”, la
revista mexicana “Proceso” publica la supuesta relación de Joaquín el “Chapo”
Guzmán, fundador del cartel de Sinaloa, y Mauricio Rodas. La noticia con gran
resonancia internacional ponía en tela de juicio la cercanía del “narcolavador”
Ignacio Muñoz Orozco con el Municipio capitalino y su intento de penetrar el
lavado de activos en nuestro país.
Este tema provocó el reclamo de
los quiteños y una brusca caída de siete puntos
porcentuales de credibilidad en un mes. Mientras el concejo capitalino exigía
formalmente explicación al alcalde sobre la presencia de Luis Ignacio Muñoz Orozco, quien viajó
repetidas veces a Quito a lo largo del año –presuntamente como consultor de
políticas públicas–, este personaje fue acusado en Estados Unidos de ser un
lavador de dinero para el cartel de Sinaloa.
Un sondeo divulgado por la firma Perfiles
de Opinión el 30 de octubre, pocos días después de la
noticia, reveló que el apoyo de los quiteños a la gestión de Rodas cayó siete
puntos como resultado del “escándalo Muñoz”. En septiembre de 2014 tenía el
respaldo de 81% de los habitantes de la capital ecuatoriana; cayendo a sólo 74%
de apoyo. Según la encuesta, 57.7% de los quiteños quedó insatisfecho con la
explicación del alcalde sobre sus vínculos con el sinaloense. Con la
simplicidad más grande, Rodas solo supo decir
que “no tenía idea de las vinculaciones que tendría con
actos ilícitos. Era imposible sospechar semejante cosa”. Si negó una relación
directa con Durán Barba durante su campaña, ¿podemos creer lo mismo de Muñoz
Orozco?
Otro tema que a mi juicio genera bastante duda
es el de la construcción de la segunda fase del Metro de Quito, una polémica creada por Rodas que en
diferentes oportunidades supo justificar el retraso de tan trascendente obra
para la ciudad, aduciendo un supuesto error de la
anterior administración. A su juicio los costos del Metro sobrepasaron ampliamente los calculados por el ex
alcalde Barrera, la continuidad de la obra se habría complicado por el desfase
en el valor, por la búsqueda de financiamiento y debido a una renegociación con el consorcio que presentó la
oferta más baja.
En febrero del año anterior
el propio presidente Rafael Correa, al confirmar el compromiso del gobierno de entregar UD$750 millones de
dólares para la obra, ratificó que los estudios estaban bien hechos, “trataron
de perjudicar la anterior administración diciendo que los estudios estaban mal
hechos”, declaró.
Hoy, una vez más renace la
duda de que un alcalde “perfecto” (como lo califó Durán Barba a Barrera), podía
darse el lujo de equivocarse en su obra más emblemática ¿A quién le creemos?
Lo único cierto entre tanta
mentira y falsas promesas es que los quiteños enfrentamos una nueva realidad,
tenemos una figura como representante de la ciudad, que llegó al poder
respaldada por engaños y que pierde día a día la credibilidad de sus mandantes.
La ausencia de experiencia gubernamental se va haciendo tangible cuando vemos y
escuchamos que el discurso ofrecido en campaña no llega a cumplirse. Las
promesas incumplidas suman decenas: Quito Cables, vía Gualó, vía paralela al
Túnel Guayasamín, nuevo Bicentenario y tantos otros ofrecimientos.
El papel y la memoria se
vuelven cortos para seguir enumerando los desencantos que nos unen a los
quiteños y al alcalde Rodas, que ayudado del silencio de los medios de
comunicación no han hecho más que ayudarlo al retroceso de nuestra querida
ciudad.
¿Cómo recuperar la credibilidad y la confianza en Mauricio Rodas cuando cada
vez se me hace más lejana la ilusión de poder vivir mejor?
Mónica del Castillo.
Mónica del Castillo.