Se cumplieron 730 días con
Mauricio Rodas al frente de la ciudad de Quito como alcalde, es momento de
tomar un respiro y hacer un recuento de lo mucho que ofreció y lo poco que cumplió
¿Cuánto se hizo y cuánto falta por hacer?
Los quiteños somos gente tan amable que el primer año al alcalde se lo dejamos
para el aprendizaje y supimos mirar con paciencia la falta de liderazgo y
accionar de los primeros meses. Callamos el malestar y le seguimos apostando a
la buena voluntad y grandes aspiraciones de mejorar la vida de todos. Pero el
tiempo pasó y la paciencia se agotó.
Hoy, cuando los problemas
que dijo un día podía solucionar se nos vienen encima e impiden el progreso de
la ciudad, y más bien suman su retroceso, exigimos respuestas claras y el cumplimiento
de lo prometido.
Mauricio Rodas basó su propuesta de campaña en cuatro ejes que los convirtió en
su bandera de lucha y consideró que con
su cumplimiento “Podríamos vivir mejor”: Ciudad de oportunidades, ciudad
inteligente, ciudad solidaria y ciudad sustentable. Reforzó su discurso de
campaña en las molestias que más aquejaban a los quiteños en esos días:
tráfico, multas, zonas de parqueo, baches. Problemas que enfrentaba la
ciudadanía a diario desde una mirada muy particular y no como grandes
obstáculos que podrían intervenir en el adelanto de Quito, que ya iba tomado un
significativo impulso para ser catalogada como ciudad del futuro.
Ciudad de Oportunidades:
El alcalde Rodas, recordemos que ofreció la reducción de impuestos, multas,
plazos de pago para los sancionados, menos gasto en publicidad, eliminación de
trámites, cero papeles, empleo para jóvenes, estímulos tributarios para
emprendimientos juveniles, impulso a empresas grandes y pequeñas, generación de
miles de empleos y bajar el nivel de desempleo.
Sin duda una oferta bastante
atractiva pero con grandes falencias. Los impuestos y multas se rebajaron, y se
otorgaron facilidades de pago pero a la par de estas medidas y contradiciendo
lo cumplido, enseguida saltó en los medios el reclamo ciudadano de un centenar
de barrios que llegaron hasta las afueras de la alcaldía para denunciar
irregularidades en el cobro de impuestos, además de la carencia de servicios
básicos ¡pagamos puntualmente los impuestos al municipio pero no recibimos
obras! me pregunto entonces ¿dónde está el beneficio para la ciudadanía?
Se bajó el valor de las multas pero se incrementaron los mecanismos de sanción
como los fotoradares que registran multas a diestra y siniestra, unas acertadas
y otras adulteradas. Peor aún, las
sanciones por irrespeto a las normas de tránsito aumentaron, como la multa
resulta fácil, también resulta fácil hacer lo que uno quiere. Acaso por “cuidar
el bolsillo de los quiteños” se puede permitir que Quito se convierta en la
“tierra de nadie”, una ciudad donde prima el descontrol e irrespeto a las normas
de convivencia ciudadana.
Otro ofrecimiento de este
eje fue la reducción de gastos publicitarios, en este y sin querer sonar muy
irónica, podríamos decir que el alcalde reprobó los dos años de alcaldía, no
solo que no cumplió sino que lo aumentó. En sus primeros 100 días de gestión
invirtió más de un millón de dólares de pautaje en medios, producción de material
comunicacional, consultorías y servicios de monitoreo.
Desde que asumió la
alcaldía, Rodas ha fortalecido su imagen con un gran aparataje publicitario de
varios millones de dólares: vallas, afiches, rótulos, puentes, parques,
bicicletas, uniformes, cuñas radiales, spots de televisión, todo en lo que
puede poner su marca multicolor lo hace. El gran despliegue publicitario y de
propaganda millonaria que criticó de su antecesor en campaña, hoy es un pilar
que sostiene su gestión. Basta mencionar, como ejemplo, el titular de prensa
del periódico digital, Ecuador Inmediato, de octubre de 2015: “Municipio de
quito reduce presupuesto en varias areas y aumenta gasto en publicidad e imagen
institucional”, con el mayor descaro restó el presupuesto para la realización
de obras prioritarias en barrios, y lo sumó
para gastarlo en publicitar una cara de la ciudad estratégicamente maquillada
para engañar a los quiteños.
Aumentó a la parrilla municipal de medios más de 20 radios particulares que
transmiten semana a semana su programa radial de los miércoles. Contrató por
más de USD 112.000 dólares a periodistas seudo independientes para reforzar la
imagen municipal (Janeth Hinostroza, Diego Oquendo, Marcelo Dotti, Félix
Narváez). Otra prueba más del alto costo de inversión en publicidad es el
entregado al grupo El Comercio, casi un millón de dólares por la impresión de
miles de ejemplares del diario El Quiteño que se entrega gratuitamente en la
capital. Más todo el presupuesto comunicacional de cada una de sus instituciones,
empresas y secretarías.
Del estímulo para generar
inversión y miles de empleos para los jóvenes no se ha sabido nada, mucho menos
de un dinamismo económico generado desde la alcaldía. Los miles de empleos para
los quiteños, jóvenes y adultos mayores se quedaron en el discurso. Hace poco
la venta de jugos de naranja por informales fue la gota que derramó el vaso, primero
fueron los videos de enfrentamientos palo en mano entre agentes de control y
vendedores, luego una campaña mediática que develó una supuesta mafia peruana
detrás de los vendedores, dando como resultado una total indiferencia municipal
para apoyar a nuevos emprendimientos que ante la falta de apoyo municipal se
toman las calles de la ciudad. No son solo los jugos, son los motes, los
chochos, el pincho, las gafas, etc. Dos años de completo descontrol en las
avenidas y espacios públicos tomados por la informalidad a vista y paciencia de
la autoridad, libres de impuestos y con cero calidad, exponiendo incluso la
salud de los quiteños. ¿Así se genera competitividad laboral señor alcalde?
¿Cuántas nuevas propuestas se han hecho para bajar la tasa de desempleo en
Quito que tanto le asombraba en época de campaña?
Ciudad inteligente:
Nos ofrecieron devolver las horas pérdidas que nos roba el tráfico asfixiante
en las grandes avenidas para compartirlo con nuestras familias ¡Cuánta mentira!
nada ha mejorado. La cosa se puso peor. Hace poco inició la construcción de obras
retrasadas, todas a la vez, con escasa información de vías alternas, de
horarios de trabajo, con demoras en las fechas de entrega, sin socialización y parece
que todo se junta para no salir bien o empeorar la vida de los quiteños.
Nos prometió eliminar el
pico y placa, para implementar el sistema de auto compartido, por suerte no se
cumplió, no imagino a Quito sin la aplicación de esta normativa, tendríamos más
tráfico.
Otro ofrecimiento incumplido
fue que mejorara del servicio de transporte público en la ciudad. Si bien se
aumentaron varias unidades a los corredores, se botaron paradas en buen estado,
se compraron nuevas unidades sin ningún estudio o planificación, unidades más
grandes que no calzan en las paradas ni en el centro histórico, más caras y más
contaminantes.
Se habla de austeridad y por
otro lado se aplica el despilfarro por la falta de planificación, mientras el día a día de los
usuarios es el mismo: abuso, maltrato, irrespeto, aglomeraciones.
Del Metro ni hablar. Dos
años le tomó confirmar que los estudios de la administración anterior estaban
correctos, tiempo perdido que afectó al valor de su construcción donde lo único
que logró fue una muy mala negociación con un pago de USD 500 millones de dólares
más y la supresión de compontes importantes como el sistema de recaudación con tarjeta
única, subestaciones eléctricas y 13 estaciones más. Suprimir no es ahorrar,
mucho menos ser buen negociador.
¿Y los MetroCables, su obra emblemática cuando estará lista? puso la primera
piedra para sus amigos de Teleamazonas y nunca más regresó, porque tampoco
cuenta con estudios, mucho menos con financiamiento al igual que el proyecto
que bautizó como la Solución Guayasamín,
una construcción criticada en anteriores administraciones por el riesgo que
correrían un sinnúmero de edificaciones existente sobre y alrededor de la obra.
Todo esto sin el mínimo consenso de la ciudanía, que no ha sido informada, peor
consultada.
Otra de las ideas para mejorar la circulación diaria de vehículos fueron 11 proyectos
viales. Transcurrida la mitad del período se ha culminado uno y 4 más están en
marcha, 2 pertenecían a la administración anterior en coordinado con el
Gobierno Nacional. Tiene pendiente aún del 55% de su oferta vial.
Del tren ligero para conectar los valles, los ejes rápidos y túneles
subterráneos a lo largo de la ciudad, la vía Tababela-Gualo que conecte al
aeropuerto con la ciudad con un moderno sistema de transporte metropolitano
nada se ha sabido tampoco, tal vez esta semana o la próxima los inaugure con
una primera piedra, pero que lleguen a ser una realidad ese es otro cantar.
La recuperación de espacios públicos se ha hecho a medias, se dio prioridad a
mejorar parques ya existentes dotándolos de juegos infantiles, pintura
multicolor y canchas sintéticas, un trabajo de baja inversión pero de alto
impacto, una fórmula pensada más en reforzar la imagen de buen alcalde. Se
derrocha en obras que podían esperar como el parque la Carolina o las
luminarias del estadio del Aucas, mientras se descuida el tema de
regularización de barrios, la recuperación de quebradas, del sistema eléctrico y
dotación de agua a barrios de la periferia que no cuentan con los servicios
básicos.
A la lista de incumplimientos se suma el súper innovador sistema de seguridad “Ángel
Guardián”, que se supone tendríamos instalados en nuestros dispositivos móviles
para llamadas de emergencia. Descabellado asunto que tal vez se improvisó en el
discurso de campaña pero que le aseguró un par de votos. Otro proyecto era “Mi
compu propia” para los jóvenes. No logré encontrar un solo testimonio que
confirme esta promesa, no existe hasta el momento en ninguna instancia
municipal un programa para la adquisición de computadoras.
Ciudad Solidaria y Fraterna:
La ciudad fraterna con la discapacidad es otra fantasía del alcalde. Veredas,
pasos peatonales especiales, funcionarios en el transporte público que sepan
del lenguaje para no videntes en las paradas, suman el listado de las obras que
aún le faltan por hacer. Se cambiaron las políticas sociales por el antiguo
modelo de la caridad y la mendicidad,
modelo apadrinado por la figura de la esposa del alcalde lo que pretende reforzar
su imagen con campañas solidarias que recogen pocos recursos pero que la
ensalzan como la gran benefactora. Caso similar son las guarderías llamadas
Guagua Centros, que se lanzaron con un dudoso modelo mexicano relacionado con
el lavado de dinero del Cartel de Sinaloa y que no se pudo esclarecer por
completo.
El gran festival a la altura
del Viña del Mar, fue el primer fracaso de la Alcaldía que le costó 4 millones
de dólares y develó la improvisación y falta de conocimiento del manejo de las
instituciones públicas tanto del alcalde
como de su equipo de trabajo. Un concierto que se hizo gratuito solo por la
presión de los quiteños, que careció de dinamismo económico y que dejó mucho
para la crítica por el mal manejo del espectáculo.
Ciudad Sustentable:
La poca intervención
en temas de reciclaje y recolección de basura, tratamiento de aguas servidas,
la recuperación de quebradas y espacios públicos, el control de emisiones
contaminantes, se heredó de la administración anterior y en muchos de los
puntos citados nada se ha hecho.
Los ofrecimientos de campaña que llevaron a Mauricio Rodas a ganar con el 58%
de los votos en el 2014, sobrepasan el centenar y cuando se encuentra a medio
camino le faltan por cumplir el 75% de estos.
El gran deterioro de la
ciudad es el reflejo de lo poco que se cumplió. Resulta más fácil enumerar lo
hecho que lo que lo que falta por hacer: una laguna, una pista atlética con
serias falencias de construcción, 50 canchas sintéticas de las cuales 20 están
en el parque la Carolina, pintura de colores en varios parques, USD 2 millones
en luminarias para el Aucas, incremento en las tarifas de taxi, teletones con muy baja recaudación, 80
biarticulados que no podrán circular por el centro histórico, un sinnúmero de
obras retrasadas, proceso administrativos rechazados, alianzas con medios de
comunicación para favorecer su imagen; Obras para el alcalde y no para la
gente.
A estos escasos logros se sumó la indiferencia a las buenas acciones planteadas
y que empezaban a brindar nuevas oportunidades al ciudadano, como el sistema de
bicicleta pública, el parque bicentenario, los bulevares, las muestras de arte en
espacios públicos, el parque Cumandá, los centros de desarrollo comunitario, el
programa Jóvenes Q, etc.
Se consiguió una ciudad de enfrentamientos diarios entre agentes metropolitanos
y vendedores informales, taxistas irregulares y regulares divididos, plantones
diarios fuera del municipio: de vendedores, tricicleros, transportistas, trabajadoras
sexuales, taurinos, aintitaurinos, moradores del sur, de estudiantes,
profesores, padres de familia, de toda una población que exige respuestas claras
a un municipio que se dedica a tapar el incendio diario y donde escasean las
acciones sólidas y bien pensadas.
Quito
es hoy el reflejo de una mala gestión elaborada por un candidato que desconocía
los problemas de una gran urbe, que desde la campaña no supo plantear un modelo
verdadero de ciudad que la proyecte al futuro.
Mónica del Castillo