La historia de
las corridas de toros en Ecuador tiene sus inicios en la colonia, cuando los
españoles introdujeron la tradición en nuestro país (como tantas otras). Aunque
en ese entonces la tauromaquia (como se conoce a la actividad del toreo) aún se
realizaba más al estilo de los toros de pueblo, en Quito se construye la
primera plaza de toros en el centro de la ciudad en 1920, la Plaza Belmonte y
las corridas de toros empiezan a realizarse con mayor asiduidad.
En 1960, con
la construcción de la Plaza de Toros Quito, al norte de la ciudad, se inaugura también la Feria de Quito o Feria
Jesús del Gran Poder, convirtiéndose en una de las principales ferias taurinas
de Latinoamérica donde asistían los más afamados “toreros”. Tanta importancia tuvo
esta feria que por décadas las corridas de toros fueron el plato fuerte de las
fiestas de la ciudad y gran parte de la actividad de la fundación de Quito
giraba en torno a los días de feria. Por cincuenta años la Feria de Quito se consolidó
como una de las más importantes a nivel mundial.
El 7 de mayo
de 2011 se realizó un Referéndum que tenía entre otras preguntas, la de
consultar a la ciudadanía si estaba o no de acuerdo con prohibir la muerte de
un animal en espectáculos públicos. En Quito ganó el no y con ello la Feria de Quito se vio en
grandes aprietos ese año. Con una organización ya en marcha, la empresa que
organizaba la feria debió cancelar el evento ese año.
Los reclamos
de los taurinos no se hicieron esperar. Con una afición cautiva y con un
negocio que movía grandes capitales económicos y humanos, la asociación de
toreros, de ganaderos y de empresas dedicadas a esta actividad debieron
redefinirse. Pero así mismo la organización del festejo a manos del Municipio
capitalino que durante todo ese tiempo fue parte de la organización del
espectáculo de las corridas de toros.
Las fiestas de
Quito, desde ese año (2011) dejaron de tener como núcleo central las corridas
de toros y se abocaron a realizar cientos de eventos pequeños en los barrios y
ofertar conciertos de gran escala para el público capitalino. El ambiente
taurino que se vivió por más de medio siglo durante las fiestas de la ciudad se
apagó. Sin embargo, han pasado ya cinco años de eso y los quiteños que somos “noveleros”
por naturaleza y finalmente seres de costumbres, fuimos acomodándonos a esta
nueva dinámica.
¿Qué pasó con
los taurinos? Al año siguiente, en 2012 se organizó una feria en Tambillo, se
organizaron toros en Latacunga y en jurisdicciones donde el referéndum no
cambió la situación y está permitido “matar al toro”. Los amantes de la tauromaquia han debido
acomodarse y trasladarse donde se llevan a cabo los espectáculos.
El Municipio
de Quito por su parte, el mismo año de la consulta, debió reformar la ordenanza
de las corridas de toros. Si bien es cierto, la consulta popular prohíbe la
muerte del animal en espectáculos públicos, las corridas de toros no sufrieron
mayores modificaciones, siguen haciendose a la vieja usanza, con piquetes, con
banderillas, rejoneo, etc, la única variante es que el toro no muere frente a
los espectadores, aunque se sabe que luego de tal faena el animal debe ser
sacrificado. Aquí entramos en arenas
movedizas para los detractores de la tauromaquia y los defensores de los
animales, los toros igual sufren durante el espectáculo, igual son maltratados
y su destino final es la muerte.
La ordenanza
0127 donde se estipula con pelos y señas cómo deben hacerse las corridas de
toros en la capital, desde los permisos, sanciones, personajes que intervienen,
hasta los derechos de los espectadores, básicamente dice que deben acogerse a
lo estipulado por la ciudadanía en la Consulta Popular, pero que las corridas
de toros quedan tal cual se hacían anteriormente.
Adicionalmente
el artículo IV, 196 de la ordenanza dice que “Se reconoce los espectáculos
taurinos como tradición ancestral de los quiteños, siendo deber del Municipio
fomentarlos y difundirlos como acervo cultural y elementos irrenunciables de la
identidad histórica de Quito”.
Es evidente
que si las corridas de toros son parte del acervo cultural de los quiteños no
iban a desaparecer de un pincelazo. De lo que se trató en ese momento es de no
eliminar esta actividad y por otra parte respetar la decisión ciudadana
expresada en las urnas.
Pese a ello,
los movimiento antitaurinos (que por cierto ya existían desde hace años y
protestaban todos los diciembres frente a la plaza de toros) aducen que esta
actividad debe dejar de hacerse en Quito, amparados en lo que dictamina la reforma
a la Constitución.
El colectivo
ciudadano Diabluma presentó el 15 de
marzo de 2015 ante el Concejo Metropolitano, una Iniciativa Normativa Popular
Ciudadana donde solicitan que a través
de la reforma a la Ordenanza de Espectáculos Públicos 003 se prohíba la
realización en el cantón de eventos en los que mueran, se torture o se maltrate
animales. El Concejo Metropolitano
acogió la iniciativa ciudadana, se reunió en múltiples ocasiones con los
dirigentes del colectivo y prometieron darle trámite, pese a lo cual llevan más
de un año solicitando que se de paso a la propuesta y no han recibido respuesta
por parte del Alcalde o el Concejo.
Las corridas
de toros continúan haciéndose en la ciudad. En estos días de fiestas de Quito,
la Plaza Belmonte ha servido de escenario para hacer nuevas jornadas de corridas
y los aficionados (aunque sin la estocada final) siguen disfrutando de lo que a su criterio es un
“arte”.
Con este
antecedente ponemos a consideración de los lectores otros argumentos a favor y
en contra, para que cada uno juzgue con su propia vara.
ARGUMENTOS A FAVOR
La tauromaquia
es parte del patrimonio
cultural de
los quiteños.
Al toro de
lidia se lo cría y se lo trata
muy bien.
Las corridas
de toros no son un deporte
son arte.
Los toros de
lidia solo son criados por
su bravura. La abolición
de las
corridas implica la pérdida de esta
especie.
Las corridas
de toros son una parte
Importante de
la industria turística,
así como los
cientos de personas que viven
de esta
actividad.
Dónde queda el
derecho de cada persona
de elegir el
espectáculo que quiere ir a ver
En ningún
momento se toma en cuenta
que los
toreros también están arriesgando
su vida.
ARGUMENTOS EN CONTRA
Es una costumbre colonialista,
impuesta por los españoles.
El hecho de que se lo trate bien
no justifica su sufrimiento posterior.
no justifica su sufrimiento posterior.
Esto no disminuye su crueldad.
Ningún animal pide ser criado para
sufrir.
Es una mala publicidad para Quito y
quienes se dedican a esto deberían
buscar otras opciones.
Ecuador es pionero en estipular en
Constitución los “Derechos de la
naturaleza” es inverosímil seguir con
esta actividad que va en contra de la
Carta Magna.
Carta Magna.
Entramos
entonces en una gran dicotomía: ¿o defendemos el acervo cultural o nos volcamos
por la defensa de los animales? El
cuestionamiento hoy por hoy es que la alcaldía no adopta una posición clara
frente al tema y mientras tanto taurinos y antitaurinos continúan con su
enfrentamiento.
Miguel Jiménez