Ahora que
se ha puesto de moda eso de los golpes (blandos y duros) resulta que todos
quieren pescar a río revuelto y se han auto calificado como “defensores de la
libertad y la democracia” algunos apuestan a que nos olvidemos de su pasado oscuro
que en el caso del burgomaestre de Guayaquil va más allá de la posible evasión
de impuestos en los últimos años y que es mucho más grave y que incluye no
menos de 300 violaciones a los derechos humanos de aquellos que como expresó
varias veces “no merecen nada” y que se opone a la reelección pero que cumplirá
18 años al frente del Municipio de Guayaquil en el 2017 y que continúa con esa
política de manejar a su ciudad como una especie de hacienda donde se exige
respaldo a su gestión con mano dura.
Otros por
su lado, pretenden en cambio utilizar esta coyuntura para armar su propio
escenario de confrontación tal es el caso de nuestro siempre optimista Mauricio
Rodas quien ha decidido (tres semanas tarde dirían sus contrarios) meterse en
una fiesta donde nadie le ha llamado y donde muy pocos le quieren (aquí no voy
a discutir la relevancia de los postulados de quienes se concentran en la
Shyris; ese sería otro post), el show que protagonizó la semana pasada en la
Shyris fue a mi juicio tremendo traspiés para un político que se dice
estadista, conciliador y positivo. Esa llegada “triunfal” emocionado, sudoroso
quebrándose la voz fue un intento por reeditar iniciativas más exitosas (no por
eso buenas) de insuflar a las masas acompañado por su embarazada esposa y unos
cuantos colaboradores, lo que no se vio en la televisión es que Rodas no
acompañó a la gente a la Plaza Grande y que estuvo en la Shyris un máximo de 15
minutos y que luego se retiró con el mismo grupo que lo había acompañado a su
llegada.
Pero aquí
hay algo que a todos se nos está pasando, mientras Rodas juega a ser el representante
político de Quito (llama la atención ver cómo se pelean por asumir el rol de
vocero de Quito entre varias figuras que no estarían nunca juntas) Quito no
avanza, no hay obras. Tanto Antonio Ricaurte como la realmente administradora
de la ciudad Daniela Chacón han dicho que no se debería negociar con Odebretch a la luz de los escándalos de
esta empresa en Brasil y que entonces debería pararse la contratación del metro de Quito, el fin de semana la famosa
“minga quiteña” no tuvo ningún impacto más allá que algunos funcionarios
públicos obligados a pintar un par de postes y recoger un poco de basura, las
calles siguen con huecos cada vez más grandes y el tráfico cada vez más
insoportable.
La ciudad
se enfrentará logísticamente la próxima semana a uno de los retos más grandes
que ha vivido en los últimos 30 años, ninguna visita de Mandatario alguno ha
significado la paralización casi total de la ciudad ni ha requerido tantas
preparaciones, me pregunto cómo garantizará la distribución de bienes, la
circulación de personas, mientras Rodas
continúa queriendo participar en un baile que no es el suyo la ciudad sigue
parada a la espera de que el administrador que fue elegido haga algo.
Rocío Pérez