En marzo de este año el municipio anunciaba con bombos y
platillos el programa “Visión de movilidad 2015-2030” donde se incluyeron todos los grandes
programas y proyectos que la alcaldía capitalina esperaba impulsar en el tema
de movilidad a partir de mediados de este año. Entre ellos por supuesto que
están los megaproyectos: metrocables y metro. Sabemos que son proyectos que han
sufrido de varios avatares para conseguir financiamiento, realizar estudios,
entre otras cosas más y que evidentemente tienen un gran retraso en su
ejecución; sin embargo, lo que no deja de causar asombro es que gran parte de
lo programado en este plan requiere de pocos esfuerzos y de presupuestos
mínimos. Uno de ellos es la peatonalización del Centro Histórico por ejemplo. Pero
la que más asombra y que realmente causa un terrible malestar es el tema que se
había planteado con respecto a la seguridad vial y que proponía que en las avenidas
Simón Bolívar, Mariscal Sucre, Occidental, Interocéanica y Ruta Viva, se baje
sustancialmente el número de accidentes y que para ello era necesario una
revisión del diseño de infraestructura para corregir conflictos de tráfico. ¿No
suena a algo muy complicado ni que requiere grandes recursos verdad?
Si bien es cierto resulta a veces hasta absurdo ponerse en
la lógica de las autoridades y pensar por qué no se ejecuta lo ofrecido, como
usuarios de la ciudad no podemos siempre estar pensando que faltan una u otra
cosa, que el sistema burocrático, que los recursos, que las prioridades, y una gigantesca
lista de etcéteras que finalmente se convierten en una larga fila de excusas
para no hacer lo que se debe en los plazos ofrecidos.
El alcalde Rodas decía hace unos meses, cuando presentó el
plan que “Lo que se busca es la construcción de una conciencia social
encaminada a hacer de nuestro sistema de movilidad uno que no solamente sirva a
los quiteños con mecanismos ágiles, cómodos y seguros, sino que además proteja
el medio ambiente y los recursos naturales y esa es nuestra visión”. ¿Qué nos
queda de este enunciado?
Para muestra un botón, o mejor dicho dos. Esta semana un
adulto mayor perdió la vida al sur de la ciudad al ser atropellado y una
ciclista denunció en nuestro blog cómo fue embestida brutalmente por un
vehículo conducido por un conductor distraído. Vimos también al colectivo de
ciclistas exigiendo en la Alcaldía más respeto al ciclista.
¿Qué pasó con el plan de seguridad vial? “La seguridad vial es un conjunto de acciones que garantizan el buen
funcionamiento de la circulación del tránsito” e incluye el respeto a las
normas de conducta, pero también a reglamentos y disposiciones y las debemos
acatar todos quienes formamos parte del sistema de movilidad: peatones,
pasajeros y conductores y por supuesto la administración de las ciudades.
Si tanto se dice que
el peatón es importante, que los autos no son lo prioritario, el alcalde
inclusive firmó la “Carta del caminar”, estatuto firmado por varias ciudades
que tiene como premisa dar prioridad al peatón, es evidente que este punto del
proyecto quedó solo en el papel. No tenemos mejor seguridad vial queridos
quiteños.
Sabemos que las ciudades se construyen entre todos, que la
responsabilidad es compartida y que hay que ponerse en los zapatos del otro y
pensar un poco en temas de solidaridad y respeto que mucha falta nos hacen.
Está en todos hacer de Quito una ciudad mejor para caminar, para andar en
bicicleta o disfrutar de sus espacios públicos. Los vehículos no son los dueños
de las vías, debemos entender eso de una buena vez, así como que el municipio
si tiene gran responsabilidad en proveer los espacios adecuados como las
ciclovías, la bicicleta pública, las áreas de peatonalización, el aumento de
servicio de transporte público; en fin, debe aportar el escenario ideal para
que las buenas prácticas ciudadanas puedan encontrar cabida.
Gigi Briceño