Hace pocos días se celebraba en Quito un año más de la
declaratoria de la ciudad como primer Patrimonio Cultural de la Humanidad. Revisando la historia de cómo se dio este
importante nombramiento, encontramos que en 1978 (año de la declaratoria)
postularon 69 ciudades, de las cuales fueron escogidas Cracovia y Quito como
las primeras ciudades en tener esta distinción por parte de la UNESCO
(Organización de Naciones Unidas para la Ciencia, Arte y Cultura). Entre
algunos de los criterios que incidieron para que se escogiera a la capital de
los ecuatorianos con tan distinguido nombramiento, es tener uno de los cascos
coloniales más grandes y mejor conservados de Latinoamérica.
Reconocer que el Centro
Histórico es una joya intocada sería un sinsentido, a pesar de estar
patrimoniado, a pesar de tener un altísimo valor para la memoria histórica del
Ecuador, el Centro Histórico, hay que reconocerlo, es un centro vivo, que
alberga cientos de locales comerciales y que al encontrarse en el corazón de la
urbe es el núcleo que conecta el norte con el sur de la ciudad. Entendemos que
estos fueron algunos de los criterios que se utilizaron para decidir que debía
tener una estación del metro y que el trazado se debía hacer por esta zona.
En vista de que esta área de la
ciudad tiene el componente patrimonial, el Municipio debió hacer costosos
estudios y tener el aval de la propia UNESCO antes de decidirse a intervenir la
Plaza San Francisco (lugar donde se hará la estación del Centro Histórico) y
empezar los trabajos de excavación. En teoría no había peligro alguno de
intervenir el patrimonio y perjudicar nuestro apreciado nombramiento, por lo
menos eso fue lo que se nos dijo a los quiteños.
Resulta que luego de meses de
haber empezado los trabajos de construcción del metro y haber desmantelado por
completo una de las plazas patrimoniales más grandes del país, descubren que
hay vestigios arqueológicos bajo tierra. No nos asombra este hecho en
particular, conocemos que los españoles construyeron sus iglesias y plazas
encima de los templos incásicos en señal de imposición de su nueva cultura y
religión, tenemos varias muestras de ello como en el Zócalo de ciudad de
México, lo que asombra luego del
hallazgo que salió a la luz pública ayer, cuando la propia empresa del Metro de
Quito anunció que se encontraron vestigios arqueológicos es que el INPC
(Instiuto Nacional de Patrimonio) será quien debe determinar más o menos si se
sigue o no con lo planificado o solo son vestigios que datan de hace pocos años
y en ese caso su valor patrimonial no sería relevante.
En una obra como el metro de
Quito, que tuvo tantas complicaciones para encontrar financiamiento, de la cual
se hicieron múltiples estudios de impacto patrimonial tanto en la anterior
administración como en la actual, que se tuvo que tener el aval del Comité
Patrimonial Mundial para lograr su ejecución resulta que luego de tantas
vueltas empezó su ejecución a un costo millonario que dejará endeudados a
varias generaciones de quiteños, pero que sin embargo se vislumbraba como algo
positivo a largo plazo para resolver el tema medular de la ciudad de Quito: la
movilidad.
Por tanto, nos parece
inverosímil que el alcalde haga esta mañana declaraciones bastante escuetas que
dicen que están esperado el “Informe de prospección” del INPC, que está
analizando un “informe de 700 páginas” que recién entregó la empresa del Metro
hace pocos días, donde entre otras cosas resaltó el alcalde Rodas, se
encontraron monedas de 10 centavos de sucre, restos plásticos y tuberías, con
lo cual se presume que son vestigios de hace cuatro décadas apenas y que por
tanto no habría valor patrimonial alguno.
Me resulta más que preocupante escuchar estas declaraciones del
principal responsable de la obra quien minimiza completamente el hallazgo.
Estaremos vigilantes de lo que
dictamine el INPC y esperamos que el Municipio capitalino sea respetuoso del
patrimonio cultural hallado, que las excavaciones se hagan con criterios
técnicos y sin la famosa tuneladora que destruirá todo a su paso. Tener un sistema como el metro es importante
para la ciudad, lo hemos dicho en otras ocasiones, el problema es ¿a qué costo?
No solo el costo financiero sino el costo del patrimonio material de perder lo
que por siglos se ha preservado para la memoria y el legado histórico del Ecuador. Nuestro
patrimonio está en peligro y debemos alzar la voz para lograr que se
respete.
Miguel Jiménez