Me explico;
soy relativamente novata en esto de conducir en Quito y es más prefiero no
hacerlo a menos que sea necesario. Parquearse y movilizarse en esta ciudad la
mayoría de las veces acaba con mi buen ánimo y toma más tiempo que hacerlo en
transporte público, sin embargo la semana pasada decidí hacerlo para ir a
solicitar mi crédito en el BIESS; les cuento que por fin conseguí un
departamento que me gusta lo suficiente y por el cual estoy dispuesta a
endeudarme los próximos 30 años de mi vida.
Al tratar
de estacionarme, me rodearon 4 hombres que me brindaron sus “servicios” para
ayudarme en la tarea de estacionar mi vehículo. Inmediatamente luego
procedieron a rodearme vendiendo todo tipo de aditivos que mi vehículo no
necesitaba; yo que me considero una
mujer “liberada” y que no necesito el apoyo de nadie (al fin y al cabo aprendí
a cambiar la rueda de mi vehículo, lo único que no conquisto todavía es cómo deshacerme
de alguna araña viajera que entra en mí casa) me encontré imposibilitada de
actuar, racionalmente puedo decir que nada de lo que me “vendieron” era
necesario en mi vehículo. Sin embargo me paralicé y aquellos “comedidos” me
instalaron el equivalente a unos cuantos dólares de repuestos que no necesito
para luego informarme presurosos que les debía en realidad varios cientos y
gustos se ofrecieron a conducirme hacia el cajero electrónico más cercano.
Racionalmente
también puedo decirles ahora, que fue mi culpa pues no reaccioné como siempre
he dicho que lo haría (insultando y gritando a fin de “ganarles con la boca”
como dice mi madre) convirtiendo al episodio a mi juicio bastante más
problemático, pues darme cuenta del grado de vulnerabilidad que enfrenté me ha
costado bastante. Pero en fin, este post no es un intento de “auto análisis” si
no contarles lo que me pasó hoy en el sector de la matriz del BIESS no para
generar alarma ni para nada más que informar que es bueno ir con los ojos muy
abiertos, también ojalá alguna autoridad me lea y ejerzan algo de control a
estos “comedidos”.
Si me
preguntan qué voy a hacer, les cuento que seguiré siendo tan optimista como soy
sin embargo si prometo trabajar en aquello que me volvió vulnerable y trabajar
por hacer que mi aparente “liberación femenina” se vuelva más práctica y menos
teórica.