Rain Room
en el MOMA New York
|
Lo que sí es cierto es que resulta casi un esfuerzo de interpretación sicológica decidir cómo uno va a vestirse en el día, el paraguas para algunos es accesorio de rigor aunque, claro existen los osados que deciden enfrentar al día como venga.
Resulta entonces
que la opción de vestuario para el quiteño promedio se convierte en una de las
tareas más difíciles del día; cómo lograr esa combinación perfecta que garantice
protección contra el frío invernal de la mañana, pero que al mismo tiempo
también garantice no sufrir un golpe de calor en el sol de desierto al medio
día, y luego sirva para cerrar la jornada enfrentando a una lluvia digna del
más bíblico diluvio universal.
La foto
es vieja pero ilustra muy bien en lo que se
convierte Quito con lluvia sin
agentes (o policía) y
con los “valientes” que colapsan las intersecciones
|
Quito
geográficamente tiene una zona plana donde se concentra el agua que baja de las
pendientes especialmente desde el Pichincha, lo que hace que estas áreas planas
se conviertan en lugar ideal para las inundaciones.
Navegar
en este escenario como peatón es complicado, como ciclista casi imposible, aquellos encerrados en un automóvil tienen
las de perder. Siempre existen intersecciones en las que los semáforos han
decidido declararse en huelga y están apagados,
intersecciones que siempre son las mismas y en donde siempre las
autoridades responden que “enviarán a alguien para reparar la avería lo más
pronto posible”, evidentemente luego de la tormenta.
Aquí una
pregunta, ¿no sería más fácil monitorear el semáforo antes de que este falle cuando más se lo
necesita? Pero no, en realidad parecería que acá en Quito estamos dispuestos a
hacer cualquier cosa menos la más fácil.
Si a la falta de
semáforo se le suma la falta de los Agentes Civiles de Tránsito el escenario
ahí sí se convierte en algo digno de película de cataclismo mundial, tratar de
cruzar intersecciones cuando los “valientes” las taponan ante la falta no sólo
del semáforo o del agente, si no del más elemental sentido común es una tarea
que le pone del peor genio posible, incluso al más optimista conductor. Así, un trayecto que usualmente no tomaría
más de 15 minutos puede llegar a tomar horas, arruinando no sólo el ánimo si no
completamente el día. Está claro que el tema de la conducción racional y
responsable no es responsabilidad exclusiva de la autoridad, si aquel que se
cree “valiente” y que tapona la intersección cediera el paso la situación sería
menos mala, pero la autoridad tiene que estar presente, semáforos que no
funcionan y unos agentes que no “existen” complica aún mucho más el escenario.
Empieza la temporada
invernal en Quito, las lluvias de los últimos días han colapsado la ciudad. Se
convierten en comunes los escenarios de calles inundadas, los semáforos
apagados y los agentes “invisibles” o incapaces de solucionar los problemas que
el clima causa, un tema más frente al cual la actual administración no presenta
un plan integral y sólo se concentra en soluciones parche.