Este año, la Administración Municipal revive la figura del
teletón en la ciudad bajo el lema de “Quito Solidario” se trata de iniciativas
más o menos conocidas; los hay en México
bajo inspiración chilena que es ya un experto en organizarlos desde fines de la
década del 70, en el Ecuador el Municipio de Guayaquil los realiza cada año. Todos
estos funcionan igual; se recolecta dinero en las semanas anteriores y en una
transmisión maratónica de TV (que en el caso quiteño es más bien media maratón
pues son sólo 8 horas en vez de las más de 24 que dura en México y en Chile)
artistas y presentadores pugnan por inspirar la mayor “compasión” en el público
televidente para garantizar una buena recaudación.
Los fondos que se reúnen en los teletones son casi
siempre destinados para causas de tinte social; en México la Fundación
Teletón financia los Centros de Rehabilitación Infantil, en Chile se entrega
ayuda a discapacitados en escena donde éstos lloran agradecidos por el “esfuerzo
solidario” que les dio una silla de ruedas mientras que; en Guayaquil los
fondos se entregan en rueda de prensa días después del teletón.
Hace unos días el Comité sobre los Derechos de las Personas
con Discapacidad de las Naciones Unidas realizó un informe sobre México como
firmante de la Convención; ahí el Comité criticó el teletón sosteniendo que éste
“promueve estereotipos de las personas
con discapacidad como sujetos de caridad” adicionalmente en el caso de
México la Comisión añadió, que “preocupa
que buena parte de los recursos para rehabilitación de las personas con
discapacidad del Estado parte sean objeto de administración en un ente privado”
Acá en Quito María Fernando Pacheco ha dicho que las ganancias
del teletón se destinarán para dos temas prioritarios; el primero la asistencia
a grupos vulnerables a través de la división en partes iguales de los recursos
para la Fundación Cecilia Rivadeneira, Jóvenes contra el Cáncer y el Patronato
San José; y luego para la reconstrucción del convento de Plaza San Francisco en
Quito.
Acepto una cosa;
estar en contra del teletón es una postura que a ratos resulta
complicada defender, pues es casi como estar en contra de la cura contra el
cáncer o de que un niño reciba desde juguetes hasta salud y educación. Sin
embargo; lectores ofrezco un argumento para rebatir este sentimiento de culpa
que puede aparecer, es necesario diferenciar entre aportes privados y lo que los
estamentos públicos están obligados a dar. Por ejemplo; yo ya pago impuestos para que a través de la
Secretaría de Inclusión Social del Municipio del Distrito Metropolitano de
Quito se lleven a cabo proyectos del estilo que se propone vía Patronato San
José, sobre todo porque éste debe desaparecer (o transformarse) hasta el 21 de
enero del 2015. Y en cuanto al museo del convento de San Francisco existen
otros mecanismos para garantizar que este tenga recursos, ¿no tiene nada que
ver aquí la Fundación de Museos?
Y es que me temo que los teletones se convierten en un
mecanismo para tranquilizar conciencias; uno se siente más calmado luego de donar
dinero o en el caso de los grandes auspiciantes desde tiempo aire, horas de
trabajo, publicidad, etc. Pero, lo que
se hace es relevar a la entidad pública de la responsabilidad que tiene de
cumplir con ciertos temas de tinte social y también promover el estigma de
recipientes de caridad únicamente. El show se vuelve una evidencia de la
visualización más asistencialista, dramática, compasiva pero sobre todo
profundamente irrespetuosa hacia personas en situaciones de vulnerabilidad
además de un lavado de imagen por parte de las empresas que participan en este
supuesto desenfreno de solidaridad. Quiero cerrar con una frase de Carolina
Pérez de Chile “Porque somos
sujetos de derecho, dignos, y por sobre todo seres humanos… Yo digo NO a la
Teletón”.