Vendedores
en Nueva York protestan ante
la iniciativa del Municipio de la Ciudad de ceder espacio en las veredas
a las estaciones de la Citi Bike
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A mediados del 2013 se inauguró en Nueva York
una iniciativa enmarcada dentro de una alianza público privada, donde la ciudad
cedía espacio a una compañía privada que a cambio brindaría a la ciudad un
sistema de transporte alternativo sin costo inmediato para la ciudad. El Alcalde Michael Bloomberg sostuvo
que “tenemos una red totalmente nueva de transporte sin gastar nada de dinero
de los contribuyentes”.
El proyecto “más
grande de este estilo” en el mundo empezó con 6000 bicicletas en más de 300
estaciones con un plan de extenderse hasta 10 mil en 600 estaciones en
Manhattan, Brooklyn y Queens.
El lanzamiento
del programa no fue cien por ciento exitoso, muchos residentes se quejaron de
la ubicación de las estaciones de las bicicletas que en muchos casos limitaron
el tamaño de las aceras o parques para un arreglo que generaría ganancias. La
ciudad dividirá las ganancias con la compañía que administra el proyecto,
Citigroup pagó más de $41 millones para promocionarlo y MasterCard $6.5
millones adicionales. Los subscriptores pagan una tarifa anual de $95 por un
uso ilimitado de viajes de 45 minutos cada uno, de igual manera se puede
comprar pases por un día o 7 para viajes de 30 minutos.
Quito por su
lado cuenta con una iniciativa similar totalmente pública donde los ciudadanos
de manera gratuita pueden utilizar las bicicletas distribuidas a lo largo de la
ciudad, éstas no tienen la propaganda de
una empresa privada, seguimos a la espera de ver cuál será el plan para ampliar
su cobertura pero por lo menos por ahora sigue siendo de imagen pública.
Pero lo que
quiero resaltar aquí es que existen constantes ejemplos de iniciativas que
deberían ser públicas, llamando la atención a lo que significa que la empresa
privada asuma competencias que son públicas. Otro ejemplo, días atrás se
inauguró en Quito una parada de bus remodelada del Sistema de Transporte Masivo
Trolebus en la Plaza del Teatro, el Alcalde
insistió en que la parada no le costó nada al Municipio pues se trata de un
convenio con el Banco del Pichincha. Estos que son más que nada arreglos cosméticos
a un sistema de transporte que requiere un rediseño total, para mí en torno
a la columna vertebral que deberá ser el Metro; son una muestra de la
dirección de la política pública de esta administración donde se privilegia la
imagen sobre la substancia.
Así entonces
aquí me atrevo a sostener algo; uno de los grupos financieros más grandes del
país realizan estas inversiones no particularmente anclados en una verdadera
preocupación por la ciudad sino más bien como manera de conseguir algo;
publicidad, mejorar la imagen, o lo que sea. Lo problemático acá es esa última
parte, que tomó en cuenta el Banco del Pichincha para decidir participar en
esta iniciativa. De igual manera, no habría como exigir al Alcalde que deje de
utilizar la cromática de su partido político pues se trataría de una iniciativa
privada, como ven el tema es preocupante.
El Telégrafo
pidió a la Empresa de Pasajeros de Quito que devele cual es el acuerdo que se
firmó con Banco del Pichincha y que implica este acuerdo, sin embargo la
información se trata con el mayor secretismo así como si se defendieran los
intereses de la empresa privada y no los de la ciudadanía. Recordar nada más que
el nexo con este grupo financiero en la actual administración del Municipio de
Quito es cada vez más fuerte, financiaron el último Verano de las Artes Quito,
el suplemento sobre la gestión de Rodas y ahora la nueva parada de bus;
esperamos que fieles a eso de “en confianza” nos cuenten en qué es que nos
estamos metiendo y cómo es que esto ayuda en eso de que “podemos vivir mejor”.