Muchos recordamos con nostalgia las propagandas de Don Evaristo donde
nos aconsejaba cómo amar y cuidar a Quito. Este recuerdo sigue aún marcado en el
imaginario de los capitalinos; no solo por la simpatía del personaje, sino
porque como quiteños tal vez sentimos la necesidad de tener un referente que
haga que volvamos a comprometernos con el cuidado de nuestra ciudad.
Cada día en Quito es común encontrar autos estacionados sobre la vereda,
y no falta el “vivísimo” que deja su auto en plena Amazonas porque “solo se
baja a comprar algo y no se demora”. Las largas filas de buses con gente que se
atrasa a sus trabajos, los automóviles desesperados por cambiar de carril para
seguir avanzando, los pitos de los autos y unos policías que prefieren mirar
hacia otro lado cuando ven el desorden; es la consecuencia de ciudadanos que no
tienen un compromiso con la carita de Dios y mucho menos con sus conciudadanos.
Este escenario sería menos dramático si el caos en Quito fuera solo en
lo que respecta al tránsito. Ya se ha vuelto costumbre caminar por el Bulevar
de las Naciones Unidas toreando a los vendedores de juguetes, paraguas, salchi papas,
maduros con queso y un sinfín de cosas; que encontraron en este espacio su nueva feria libre. Con esto no quiero
decir que se debe perseguir como delincuentes a las personas que honestamente
están trabajando, lo único a lo que apunto es que un orden en la ciudad es
clave para que la convivencia sea posible.
Desde hace un tiempo atrás, las vallas enormes publicitarias volvieron a
tomarse las calles, además que cada pequeño negocio se apropia de un poste o un
árbol para colocar ahí publicidad y ofertas de variados servicios. Esto ha convertido
a la ciudad en una galería de anuncios que lo único que reflejan es que en
Quito cada quien hace lo que le da la gana.
Mantener en orden una ciudad es una tarea compleja que requiere de un
trabajo cotidiano, pero sobre todo de una educación ciudadana permanente. La
ciudad no solo la hacen las autoridades, la ciudad la hacemos quienes habitamos
en ella; somos los quiteños (nacidos o llegados a la capital) quienes debemos
aportar a diario para tener un mejor espacio para vivir.
Los medios de comunicación también deberían tener su parte de
corresponsabilidad. Algunos noticieros
de televisión se dedican a visitar barrios donde hay reclamos permantes: basura
acumulada, calles sin asfaltar, servicios y ofrecimientos inconclusos, entre
otros. Si bien es labor del Municipio garantizar un óptimo servicio; es una
labor de cada uno de los ciudadanos cumplir con nuestra parte de la
responsabilidad: no sacar la basura a deshora ni arrojarla en quebradas, no
dañar los espacios públicos, en definitiva poner de nuestra parte.
Sería muy bueno que así como los canales de televisión se dan el trabajo
de recorrer y mostrar a la opinión pública el deterioro de la ciudad, también realizaran
campañas de educación ciudadana para cambiar la raíz de este problema.
Por otro lado, Mauricio Rodas llegó a la Alcaldía con una campaña de no
multas, lo que implica que como autoridad no tiene ninguna herramienta para sancionar
comportamientos perjudiciales para la correcta convivencia ciudadana. Esto nos
lleva a hacer un llamado a las autoridades para que encuentren mecanismos novedosos que nos coadyuven
a establecer un compromiso de todos los
habitantes de la ciudad.
Luego de una año y medio de esta administación municipal, es evidente
que no tiene entre sus prioridades hacer
campañas ciudadanas; asi es que nos toca a
quienes conformamos la sociedad civil, medios de comunicación y empresas, hacer frente a este vacío y hacer todos
los esfuerzos necesarios. Finalmente la ciudad la hacemos todos.
Claudia Armendáriz