Esta semana se celebra
en Quito la Semana de la Movilidad, más allá de un par de tibias celebraciones
ha pasado prácticamente desapercibida y para el Municipio se ha convertido en
un motivo más para mostrar “buenas noticias para Quito” únicamente. Mientras escribo estas líneas #QuitoNoSeMueve
empieza a ser tendencia en TT, está claro que el número de gente que tiene
acceso a esta red es pequeño, pero también es cierto que en esta red en la
ciudad hay un buen número de gente con capacidad cada vez más críticas.
La política de
movilidad del Cabildo Capitalino se ha reducido a acciones puntuales que sin
una articulación con un sistema de movilidad integral, terminan siendo solución
parche. Un ejemplo de ello es la publicitada adquisición de nuevos buses a
principios de este año y todo el despliegue mediático que tuvo. Sin
embargo, las paradas que no calzaban,
entre otras cosas, produjo unidades sobrecargadas y una vez más no se cumplió el objetivo primordial: hacer que los usuarios
lleguen a su destino en las mejores condiciones y lo más pronto posible.
Otro proyecto que no
cuadra son los metro cables, anunciados por nuestro optimista burgomaestre con
“bombos y platillos” como una solución de movilidad para transportar a los
habitantes de las zonas altas de Quito (aunque
hasta ahora no se hace la consultoría para el modelo de negocio, ni los
estudios de movilidad), es otra solución de transporte reducida a un producto
de marketing.
La vía paralela al
Túnel Guayasamín promocionada también por Mauricio Rodas en su campaña, con la
finalidad de descongestionar la subida a Quito (para la cual la administración
anterior dejó gestionado un crédito para la elaboración de los estudios) tampoco
despega. El proceso contractual ha sido declarado desierto en dos ocasiones.
El metro parece un
cuento chino y por cada dos pasos que
toma la Alcaldía retrocede tres. Una clara muestra de falta de voluntad
política para llevar adelante el proyecto, y sin un plan de movilidad integral
(reorganización de rutas sobre tierra, paradas, ampliación de corredores
exclusivos de transporte), se reducirá a
un “túnel” en el medio de la ciudad sin ningún impacto en la movilidad de
Quito.
La administración
anterior inició la implementación del proyecto integrado de semaforización que
incluía el componente de “olas verdes”, a fin de favorecer vías de aproximación
y de salida del hipercentro de la ciudad, sin embargo, nada de esto funciona
todavía.
¡Y qué decir de la
movilidad alternativa! El proceso para
la adquisición de las bicicletas eléctricas (que en realidad son motores y una
llanta) tomó varios intentos y empieza a ejecutarse de a poco. Y ni qué decir
de las ciclovías reducidas en gran parte de la ciudad a carriles donde se
necesita una gran dosis de osadía para enfrentar a los hostiles automóviles.
El principal desafío de
las ciudades modernas es aprender a manejar recursos cada vez más escasos (el
espacio físico es uno de ellos), en relación con una población en constante
crecimiento. Es importante que se consiga la forma de que los problemas de
movilidad en una ciudad con más de dos millones de habitantes se realicen de manera adecuada; pero el principal reto de las autoridades debería ser
cómo devolvernos el tiempo; me refiero a reducir el tiempo que dedicamos a
trasladarnos (estar atascados en el tráfico) en vez de dedicarlo a lo que uno
quiera.
Un saludo amigos,
Rocío Pérez