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domingo, 4 de diciembre de 2016

Taurinos vs antitaurinos



La historia de las corridas de toros en Ecuador tiene sus inicios en la colonia, cuando los españoles introdujeron la tradición en nuestro país (como tantas otras). Aunque en ese entonces la tauromaquia (como se conoce a la actividad del toreo) aún se realizaba más al estilo de los toros de pueblo, en Quito se construye la primera plaza de toros en el centro de la ciudad en 1920, la Plaza Belmonte y las corridas de toros empiezan a realizarse con mayor asiduidad.

En 1960, con la construcción de la Plaza de Toros Quito, al norte de la ciudad,  se inaugura también la Feria de Quito o Feria Jesús del Gran Poder, convirtiéndose en una de las principales ferias taurinas de Latinoamérica donde asistían los más afamados “toreros”. Tanta importancia tuvo esta feria que por décadas las corridas de toros fueron el plato fuerte de las fiestas de la ciudad y gran parte de la actividad de la fundación de Quito giraba en torno a los días de feria. Por cincuenta años la Feria de Quito se consolidó como una de las más importantes a nivel mundial.

El 7 de mayo de 2011 se realizó un Referéndum que tenía entre otras preguntas, la de consultar a la ciudadanía si estaba o no de acuerdo con prohibir la muerte de un animal en espectáculos públicos. En Quito ganó  el no y con ello la Feria de Quito se vio en grandes aprietos ese año. Con una organización ya en marcha, la empresa que organizaba la feria debió cancelar el evento ese año.

Los reclamos de los taurinos no se hicieron esperar. Con una afición cautiva y con un negocio que movía grandes capitales económicos y humanos, la asociación de toreros, de ganaderos y de empresas dedicadas a esta actividad debieron redefinirse. Pero así mismo la organización del festejo a manos del Municipio capitalino que durante todo ese tiempo fue parte de la organización del espectáculo de las corridas de toros.

Las fiestas de Quito, desde ese año (2011) dejaron de tener como núcleo central las corridas de toros y se abocaron a realizar cientos de eventos pequeños en los barrios y ofertar conciertos de gran escala para el público capitalino. El ambiente taurino que se vivió por más de medio siglo durante las fiestas de la ciudad se apagó. Sin embargo, han pasado ya cinco años de eso y los quiteños que somos “noveleros” por naturaleza y finalmente seres de costumbres, fuimos acomodándonos a esta nueva dinámica.  

¿Qué pasó con los taurinos? Al año siguiente, en 2012 se organizó una feria en Tambillo, se organizaron toros en Latacunga y en jurisdicciones donde el referéndum no cambió la situación y está permitido “matar al toro”. Los  amantes de la tauromaquia han debido acomodarse y trasladarse donde se llevan a cabo los espectáculos.

El Municipio de Quito por su parte, el mismo año de la consulta, debió reformar la ordenanza de las corridas de toros. Si bien es cierto, la consulta popular prohíbe la muerte del animal en espectáculos públicos, las corridas de toros no sufrieron mayores modificaciones, siguen haciendose a la vieja usanza, con piquetes, con banderillas, rejoneo, etc, la única variante es que el toro no muere frente a los espectadores, aunque se sabe que luego de tal faena el animal debe ser sacrificado.  Aquí entramos en arenas movedizas para los detractores de la tauromaquia y los defensores de los animales, los toros igual sufren durante el espectáculo, igual son maltratados y su destino final es la muerte.

La ordenanza 0127 donde se estipula con pelos y señas cómo deben hacerse las corridas de toros en la capital, desde los permisos, sanciones, personajes que intervienen, hasta los derechos de los espectadores, básicamente dice que deben acogerse a lo estipulado por la ciudadanía en la Consulta Popular, pero que las corridas de toros quedan tal cual se hacían anteriormente.

Adicionalmente el artículo IV, 196 de la ordenanza dice que “Se reconoce los espectáculos taurinos como tradición ancestral de los quiteños, siendo deber del Municipio fomentarlos y difundirlos como acervo cultural y elementos irrenunciables de la identidad histórica de Quito”.

Es evidente que si las corridas de toros son parte del acervo cultural de los quiteños no iban a desaparecer de un pincelazo. De lo que se trató en ese momento es de no eliminar esta actividad y por otra parte respetar la decisión ciudadana expresada en las urnas.

Pese a ello, los movimiento antitaurinos (que por cierto ya existían desde hace años y protestaban todos los diciembres frente a la plaza de toros) aducen que esta actividad debe dejar de hacerse en Quito, amparados en lo que dictamina la reforma a la Constitución.   

El colectivo ciudadano Diabluma presentó  el 15 de marzo de 2015 ante el Concejo Metropolitano, una Iniciativa Normativa Popular Ciudadana donde solicitan que  a través de la reforma a la Ordenanza de Espectáculos Públicos 003 se prohíba la realización en el cantón de eventos en los que mueran, se torture o se maltrate animales.  El Concejo Metropolitano acogió la iniciativa ciudadana, se reunió en múltiples ocasiones con los dirigentes del colectivo y prometieron darle trámite, pese a lo cual llevan más de un año solicitando que se de paso a la propuesta y no han recibido respuesta por parte del Alcalde o el Concejo.

Las corridas de toros continúan haciéndose en la ciudad. En estos días de fiestas de Quito, la Plaza Belmonte ha servido de escenario para hacer nuevas jornadas de corridas y los aficionados (aunque sin la estocada final) siguen  disfrutando de lo que a su criterio es un “arte”.

Con este antecedente ponemos a consideración de los lectores otros argumentos a favor y en contra, para que cada uno juzgue con su propia vara.


ARGUMENTOS A FAVOR                                         
La tauromaquia es parte del patrimonio                   
cultural de los quiteños.                                            

Al toro de lidia se lo cría y se lo trata                       
muy bien.                                                                   

Las corridas de toros no son un deporte                    
son arte.
                       
Los toros de lidia solo son criados por                     
su bravura.  La abolición                                          
de las corridas implica la pérdida de esta
especie.         

Las corridas de toros son una parte                           
Importante de la industria turística,                          
así como los cientos de personas que viven              
de esta actividad.      

Dónde queda el derecho de cada persona               
de elegir el espectáculo que quiere ir a ver             
En ningún momento se toma en cuenta                  
que los toreros también están arriesgando              
su vida.                                                               


ARGUMENTOS EN CONTRA

Es una costumbre colonialista, 
impuesta por los españoles.

El hecho de que se lo trate bien
no justifica su sufrimiento posterior.

Esto no disminuye su crueldad.

Ningún animal pide ser criado para
sufrir. 

Es una mala publicidad para Quito y
quienes se dedican a esto deberían
buscar otras opciones.

Ecuador es pionero en estipular en 
Constitución los “Derechos de la 
naturaleza” es inverosímil seguir con
esta actividad que va en contra de la
Carta Magna. 

Entramos entonces en una gran dicotomía: ¿o defendemos el acervo cultural o nos volcamos por la defensa de los animales?  El cuestionamiento hoy por hoy es que la alcaldía no adopta una posición clara frente al tema y mientras tanto taurinos y antitaurinos continúan con su enfrentamiento.


Miguel Jiménez