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martes, 29 de septiembre de 2015

La ciudad la hacemos todos


Muchos recordamos con nostalgia las propagandas de Don Evaristo donde nos aconsejaba cómo amar y cuidar a Quito. Este recuerdo sigue aún marcado en el imaginario de los capitalinos; no solo por la simpatía del personaje, sino porque como quiteños tal vez sentimos la necesidad de tener un referente que haga que volvamos a comprometernos con el cuidado de nuestra ciudad.

Cada día en Quito es común encontrar autos estacionados sobre la vereda, y no falta el “vivísimo” que deja su auto en plena Amazonas porque “solo se baja a comprar algo y no se demora”. Las largas filas de buses con gente que se atrasa a sus trabajos, los automóviles desesperados por cambiar de carril para seguir avanzando, los pitos de los autos y unos policías que prefieren mirar hacia otro lado cuando ven el desorden; es la consecuencia de ciudadanos que no tienen un compromiso con la carita de Dios y mucho menos con sus conciudadanos.

Este escenario sería menos dramático si el caos en Quito fuera solo en lo que respecta al tránsito. Ya se ha vuelto costumbre caminar por el Bulevar de las Naciones Unidas toreando a los vendedores de juguetes, paraguas, salchi papas, maduros con queso y un sinfín de cosas; que encontraron en este espacio  su nueva feria libre. Con esto no quiero decir que se debe perseguir como delincuentes a las personas que honestamente están trabajando, lo único a lo que apunto es que un orden en la ciudad es clave para que la convivencia sea posible.

Desde hace un tiempo atrás, las vallas enormes publicitarias volvieron a tomarse las calles, además que cada pequeño negocio se apropia de un poste o un árbol para colocar ahí publicidad y ofertas de variados servicios. Esto ha convertido a la ciudad en una galería de anuncios que lo único que reflejan es que en Quito cada quien hace lo que le da la gana.

Mantener en orden una ciudad es una tarea compleja que requiere de un trabajo cotidiano, pero sobre todo de una educación ciudadana permanente. La ciudad no solo la hacen las autoridades, la ciudad la hacemos quienes habitamos en ella; somos los quiteños (nacidos o llegados a la capital) quienes debemos aportar a diario para tener un mejor espacio para vivir.

Los medios de comunicación también deberían tener su parte de corresponsabilidad.  Algunos noticieros de televisión se dedican a visitar barrios donde hay reclamos permantes: basura acumulada, calles sin asfaltar, servicios y ofrecimientos inconclusos, entre otros. Si bien es labor del Municipio garantizar un óptimo servicio; es una labor de cada uno de los ciudadanos cumplir con nuestra parte de la responsabilidad: no sacar la basura a deshora ni arrojarla en quebradas, no dañar los espacios públicos, en definitiva poner de nuestra parte.

Sería muy bueno que así como los canales de televisión se dan el trabajo de recorrer y mostrar a la opinión pública el deterioro de la ciudad, también realizaran campañas de educación ciudadana para cambiar la raíz de este problema.

Por otro lado, Mauricio Rodas llegó a la Alcaldía con una campaña de no multas, lo que implica que como autoridad no tiene ninguna herramienta para sancionar comportamientos perjudiciales para la correcta convivencia ciudadana. Esto nos lleva a hacer un llamado a las autoridades para que  encuentren mecanismos novedosos que nos coadyuven a establecer un compromiso de todos los habitantes de la ciudad.

Luego de una año y medio de esta administación municipal, es evidente que no  tiene entre sus prioridades hacer campañas ciudadanas; asi es que nos toca a  quienes conformamos la sociedad civil, medios de comunicación y  empresas, hacer frente a este vacío y hacer todos los esfuerzos necesarios. Finalmente la ciudad la hacemos todos.  

Claudia Armendáriz



domingo, 27 de septiembre de 2015

Juventud, divino tesoro


Ser joven puede significar muchas cosas: puede ser fortaleza y debilidad; te permite una gran capacidad de adaptación y una apertura al cambio que hace que las cosas se resuelvan de manera más fácil; una capacidad para adoptar nuevas tendencias o nuevas tecnologías, basta ver el tiempo que le toma a nuestros padres adaptarse a un nuevo teléfono celular y qué decir de los que son más jóvenes que nosotros que parece que vienen con manual instalado ya de fábrica.

En política ser joven significa también que estás “descontaminado” de aquellos que ya tienen larga trayectoria,  y que tu interés por cambiar el mundo que te rodea es al menos parcialmente genuino. Significa así mismo,  una alta dosis de idealismo, que puede desvanecerse en cualquier momento, pues nunca la realidad será igual a la idea de ella. Quienes son más jóvenes que nosotros (confesión aparte: tengo 35 años y sí, todavía me considero “joven”) se mueven entre espectros completamente opuestas: o son valientemente y ferozmente activos o son totalmente apolíticos.

Ahora, (otra confesión) tengo muchos amigos que trabajan en el gobierno, unos más comprometidos que otros, pero todos rodeados de gente contemporánea en puestos de alta responsabilidad. Tenemos (como país) ministros, gerentes de empresas públicas y directores jóvenes cumpliendo tareas de alta responsabilidad.

Nuestro optimista burgomaestre es también relativamente joven, así como su equipo de trabajo; sin embargo,  esta juventud parece que se ha traducido en inexperiencia e irresponsabilidad a la hora de manejar la ciudad. Primero les tomó casi 6 meses completar la planilla directiva de las empresas públicas municipales; adicionalmente la ausencia de proyectos concretos terminó en lo que ahora sólo puede ser calificado como una “novela” -que no repetiremos aquí-, que en resumen le costó al alcalde su aliado original y un par de reuniones “acaloradas” al interior del Concejo.

Ser  joven no es en sí un problema a mi juicio,  es más bien una fortaleza; pero si uno es joven,  inseguro e irresponsable o si por el contrario uno insiste en portarse como adolescente resentido y machista, el resultado serán solo problemas. Espero que el alcalde consiga que sus jóvenes (y los no tan jóvenes) empiecen (casi  1 año y medio después) a trabajar por la ciudad. Quito no merece (y estoy segura que no aceptará) tener un Concejo convertido en el Congreso de otrora, donde los cenicerazos eran la única forma de conseguir “acuerdos”. Los mismos concejales de la alianza Suma-Vive son los que le han dado problemas al alcalde. Esperemos por el bien de todos, que logre poner la casa en orden.


Rocío Pérez

viernes, 25 de septiembre de 2015

Quito Luz de América

Plaza de la Independencia

La Ronda

Quito Colonial

Iglesia de la Merced

Quito Colonial

Basílica del Voto Nacional

miércoles, 23 de septiembre de 2015

¿Y los Quito Cables?


El proyecto de Quito Cables fue una propuesta de campaña desde la primera candidatura a la alcaldía de Antonio Ricaurte en 2008. Al aliarse con Mauricio Rodas en las últimas elecciones seccionales, fue impulsado nuevamente por Ricaurte, ahora ya en ejercicio de su poder dentro de la nueva administración municipal. Este proyecto fue de las pocas propuestas innovadoras de la bancada Suma-Vive y parece ser que la planificación de su ejecución fue bastante analizada por el actual alcalde y su equipo de trabajo antes de incluirla en su oferta electoral.

Quito Cables es un proyecto ambicioso que seguro será de gran utilidad para los habitantes de los barrios altos de Quito, pero así mismo es de alta complejidad y costo;  requiere de estudios serios que lo hagan viable; de ahí, que los anuncios hechos por el alcalde Rodas sorprendieron a muchos por el corto tiempo que requirieron.  

En enero de 2015, mediante comunicados de prensa y entrevistas se anunció que ya se tenían listos los estudios para iniciar el proyecto y que por tanto su construcción ya era una realidad para Quito. El anuncio causó gran expectativa en los ciudadanos, sobre todo en la población directamente beneficiada, ya que prometía ser una importante solución al difícil problema de movilidad que enfrenta la capital.

En abril de este año el alcalde -en su ya acostumbrado show mediático-,  montó un magno evento en la Argelia, colocando la primera piedra de la construcción de los Quito Cables y mostrando a los vecinos la cabina que ellos usarían en este novedoso y moderno sistema de transporte. Un montaje mediático más del Municipio, que a falta de obras realiza para contrarestar las críticas de su incipiente gestión.

Cuatro meses han pasado desde que  Rodas se tomó la foto donde se levantaría la primera línea de los Quito cables. Centenares de tweets con fotos de moradores que expresaban su agradecimiento por llevar esa obra a su barrio y decenas de notas en los medios indicando que ya inició la construcción. En la Argelia, Pisulí , Toctiuco y Tumbaco, lo único que quedó de la oferta son las vallas colocadas el día del evento; ahora ya rotas y desgastadas por el tiempo.

La justificación dada por los directivos de la EPMMOP (empresa municipal a cargo de la construcción) es que previo al inicio de estas obras se debía hacer un “adecentamiento del sector” (obras que hasta la fecha tampoco han sido ejecutadas).

Frente a este escenario, el alcalde nuevamente decidió no pronunciarse y mandó a sus funcionarios a que dieran la cara; muy diferente a lo que hizo en campaña cuando salía en todos los medios acusando a la anterior administración de que mentía a Quito cuando publicitaba el Metro, - obra que sí tuvo un avance -

Quito comienza a acostumbrarse a tener espectáculos en lugar de trabajo, a tener una vedette en lugar de alcalde. Tristemente los quiteños debemos aceptar que el desarrollo de nuestra ciudad entró en una recesión de cinco años, deteniendo su progreso y retrocediendo los avances que anteriores alcaldes hicieron en la ciudad.

Claudia Armendáriz

lunes, 21 de septiembre de 2015

¿Qué hace funcional a los espacios públicos?


Pensemos por un momento en cuál es el mejor espacio de nuestra casa, muchos dirán que la cocina, la cama y la sala; y es que son lugares donde se realizan celebraciones, se descansa y se socializa. A nivel de ciudad se replican estos conceptos: los mejores lugares públicos son aquellos donde las celebraciones suceden,  donde se producen los intercambios económicos o sociales, donde los amigos se encuentran y donde las culturas se mezclan. Cuando estos espacios funcionan bien sirven como el “escenario” para la vida pública. 

El Proyecto para Espacios Públicos o PPS (Project for Public Spaces por sus siglas en inglés, organismo sin fines de lucro fundado en 1975, que tiene como propósito ayudar a la gente a crear espacios públicos sustentables), establece que para que éstos espacios funcionen deben ser accesibles, generadores de actividad, cómodos,  con una buena imagen y sociables; es decir,  entendidos como lugares donde la gente se encuentra.

Se puede juzgar la accesibilidad a un lugar sobre la base de sus conexiones y qué lo rodea física y visualmente; como una plaza con bordes definidos (ya sea con calles o con tiendas) y con acceso al transporte público. Un ejemplo de lo que no funcionaría en nuestra ciudad sería el Parque Metropolitano del Sur ubicado en la avenida Simón Bolívar, ya que está totalmente desvinculado de la ciudad y sin acceso a transporte público.

Un espacio cómodo y con una buena imagen sería aquel que tenga buenas percepciones sobre seguridad, limpieza y disponibilidad de sitios para sentarse, algo que casi siempre se deja de lado, y cuando un diseño de espacio público incluye asientos estos suelen ser incómodos y/o escasos.

Las actividades son fundamentales en la construcción de un espacio público, le da razones a la gente para ir a ese sitio y sobre todo para regresar; sentirse cómodo y apropiarse del mismo. Cuando no hay nada que hacer el espacio permanecerá vacío. También sentarse a descansar y dedicarle tiempo a la contemplación son parte de la actividad que la gente disfruta en plazas y parques y para ello unos buenos asientos son la clave. También cuando la gente ve a sus amigos, a sus vecinos tienden a sentirse identificados con el lugar  y la comunidad, consiguiendo un sentido de pertenencia que es invaluable.

Hoy he decidido escribir sobre esto ya que me parece que a veces dejamos de lado la idea original de este blog que era discutir ideas sobre cómo mejorar la ciudad y nos dejamos llevar por un escenario más pasional (lo cual no es del todo malo).  Solo aspiro a que en Quito hubieran más espacios funcionales…

Una buena semana

Rocío Pérez