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lunes, 29 de junio de 2015

Entre golpes y otras historias


Ahora que se ha puesto de moda eso de los golpes (blandos y duros) resulta que todos quieren pescar a río revuelto y se han auto calificado como “defensores de la libertad y la democracia” algunos apuestan a que nos olvidemos de su pasado oscuro que en el caso del burgomaestre de Guayaquil va más allá de la posible evasión de impuestos en los últimos años y que es mucho más grave y que incluye no menos de 300 violaciones a los derechos humanos de aquellos que como expresó varias veces “no merecen nada” y que se opone a la reelección pero que cumplirá 18 años al frente del Municipio de Guayaquil en el 2017 y que continúa con esa política de manejar a su ciudad como una especie de hacienda donde se exige respaldo a su gestión con mano dura.

Otros por su lado, pretenden en cambio utilizar esta coyuntura para armar su propio escenario de confrontación tal es el caso de nuestro siempre optimista Mauricio Rodas quien ha decidido (tres semanas tarde dirían sus contrarios) meterse en una fiesta donde nadie le ha llamado y donde muy pocos le quieren (aquí no voy a discutir la relevancia de los postulados de quienes se concentran en la Shyris; ese sería otro post), el show que protagonizó la semana pasada en la Shyris fue a mi juicio tremendo traspiés para un político que se dice estadista, conciliador y positivo. Esa llegada “triunfal” emocionado, sudoroso quebrándose la voz fue un intento por reeditar iniciativas más exitosas (no por eso buenas) de insuflar a las masas acompañado por su embarazada esposa y unos cuantos colaboradores, lo que no se vio en la televisión es que Rodas no acompañó a la gente a la Plaza Grande y que estuvo en la Shyris un máximo de 15 minutos y que luego se retiró con el mismo grupo que lo había acompañado a su llegada.

Pero aquí hay algo que a todos se nos está pasando, mientras Rodas juega a ser el representante político de Quito (llama la atención ver cómo se pelean por asumir el rol de vocero de Quito entre varias figuras que no estarían nunca juntas) Quito no avanza, no hay obras. Tanto Antonio Ricaurte como la realmente administradora de la ciudad Daniela Chacón han dicho que no se debería negociar  con Odebretch a la luz de los escándalos de esta empresa en Brasil y que entonces debería pararse la contratación del  metro de Quito, el fin de semana la famosa “minga quiteña” no tuvo ningún impacto más allá que algunos funcionarios públicos obligados a pintar un par de postes y recoger un poco de basura, las calles siguen con huecos cada vez más grandes y el tráfico cada vez más insoportable.

La ciudad se enfrentará logísticamente la próxima semana a uno de los retos más grandes que ha vivido en los últimos 30 años, ninguna visita de Mandatario alguno ha significado la paralización casi total de la ciudad ni ha requerido tantas preparaciones, me pregunto cómo garantizará la distribución de bienes, la circulación de personas,  mientras Rodas continúa queriendo participar en un baile que no es el suyo la ciudad sigue parada a la espera de que el administrador que fue elegido haga algo.

Rocío Pérez