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viernes, 29 de enero de 2016

Lindo Quito de mi vida




El Centro Histórico mejor conservado de Latinoamérica, la ciudad con más áreas verdes por metro cuadrado en relación a sus habitantes, con uno de los menores índices de delincuencia de la región, hoteles para todos los gustos y una gastronomía de primera clase, Quito se ha hecho merecedora por tres ocasiones consecutivas al galardón “Destino líder de Sudamérica” por el World Travel Awards. Una suerte de Óscar del turismo que se otorga mediante votación de miles de personas que escogen la ciudad de su preferencia. 

¿Cómo no enamorarse del paisaje que se vislumbra desde el parque Itchimbía donde se puede ver el Centro Histórico en todo su esplendor, la conjunción de la modernidad del norte con la  arquitectura colonial, y el Panecillo que cobija el inicio del sur de la ciudad? ¿Cómo no enamorarse de sus angostas y mágicas calles en el casco colonial? ¿Cómo no querer regresar a un lugar con un clima privilegiado, con extensas áreas verdes que oxigenan la ciudad?

Una ciudad que exuda historia porque fue cuna de las grandes gestas históricas, con cerca de quinientos años, Quito es una ciudad que ha cobijado por décadas a la migración proveniente de distintas provincias y de ahí su riqueza cultural y la variedad de su gastronomía. Un abanico de platillos para degustar que con el tiempo se han ido refinando pero que sigue teniendo los lugares tradicionales (o las huecas en argot popular) como los sitios emblemáticos donde siempre se regresa: los motes de San Juan, las guatitas de la Benalcázar, las tortillas de maíz en la calle Olmedo, los morochos en San Bartolo, los helados de paila en La Concepción; un sin fin de lugares regados por toda la ciudad y que son parte de su encanto. 

Quito, que ostenta junto a Cracovia ser declarada la primera ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1978, cuenta con una arquitectura privilegiada y un sinnúmero de  inmuebles patrimoniales además de sus iglesias barrocas.

Podemos seguir describiendo las maravillas  arquitectónicas y culinarias de nuestra hermosa ciudad, pero creo que algo en lo que aún debemos seguir trabajando es en la cultura ciudadana. Hemos dado importantes pasos desde aquellos años en que Don Evaristo salía a decirle a los “chullas” que no escupan en la calle, que no echen los desperdicios a la vía pública y tantas advertencias con las que el simpático personaje trataba de cambiar la cultura del quiteño. Han pasado años, y hasta se  hicieron ordenanzas y multas. Aunque considero que los quiteños hemos cambiado a la fuerza o tomado más conciencia de nuestras acciones como miembros de un colectivo, aún nos falta un largo camino por recorrer en este sentido. Estamos enrumbados sin lugar duda, y eso es síntoma también de estos reconocimientos internacionales, la gente es cada vez más cálida en cuanto a atención en servicios y más respetuosa de su prójimo. 

No se trata solo de respetar las normas por miedo a las multas o de hacer enormes esfuerzos involucrándonos en campañas de solidaridad y ayuda a los necesitados (aunque eso también está muy bien), se trata de hacer pequeñas acciones desde lo que sí podemos cumplir: sacar la basura en horarios determinados, no arrojar desperdicios a la calle, no escupir, no orinar en la vía pública, no pitar, usar la bicicleta de vez en cuando y dejar el auto, hacer revisiones constantes de nuestros vehículos, reciclar la basura que se pueda, y así un sin fin de actividades que podemos empezar a hacer ahora mismo. Nuestra ciudad es una joya y todos somos parte de ella, que sigamos teniendo este maravilloso lugar para vivir por muchos años más depende de todos.  

Gigi Briceño