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viernes, 5 de febrero de 2016

El dilema de los transportistas


En julio de 2014, a pocos meses de asumir sus funciones, el alcalde Rodas decretaba la emergencia del transporte público. Las unidades del Trole y la Ecovía se encontraban en situación deplorable. 

¿Qué sucedió? Llegaron 40 nuevos buses articulados (que ya estaban previamente contratados por la administración anterior) y la alcaldía empezó una millonaria inversión para readecuar las paradas. 

Hace un año se le ofreció a las operadoras de transporte público mejorar sus condiciones, y en marzo de 2015 se anunciaba con gran entusiasmo la visión estratégica de movilidad para la ciudad. Un ambicioso plan que incluye el Metro, los Metro Cables, temas de seguridad vial y de transporte no motorizado; todos planes a largo plazo cuando el problema requiere soluciones inmediatas. 

A casi dos años de gestión, el transporte público en la ciudad de Quito se ha convertido en una verdadera pesadilla. Los sistemas del Trole y la Ecovía no dan abasto, es una odisea lograr subirse a una de estas unidades y llegar a tiempo e ileso. Pero la alcaldía no solo debe lidiar con los problemas de sus propios sistemas de transporte público, debe hacerlo también con las operadoras privadas que realizan las rutas alternas y operan en la ciudad con 2.380 unidades ofertando un servicio que deja mucho que desear.  

En diciembre pasado venció el plazo para firmar el contrato (que incluía varias mejoras y nuevos términos) con las cooperativas de transporte, sin embargo no se logró concretar porque existen varias divergencias, la principal: el costo del pasaje. Los transportistas exigen que se suba el costo del pasaje y que se incluya una cláusula para que este suba gradualmente, cosa que no se ha podido negociar porque ya se cuenta con un subsidio a las unidades de transporte a cambio de que se congele el valor del pasaje. 

Por otro lado los transportistas deben hacer un mea culpa por el precario servicio que ofertan. Debido a las permanente quejas de maltrato y múltiples accidentes, la alcaldía ofreció hace ya un año realizar cursos de capacitación para mejorar el servicio, pero esto sigue sin cumplirse. ¿Qué corona tienen las operadores de transporte público? ¿Realmente se va a lograr que cumplan con el mejor trato, unidades limpias y todo lo que se requiere? Si bien es cierto no se han llevado a cabo las ofrecidas capacitaciones, los transportistas siguen irrespetando paradas, siguen las quejas ciudadanas por maltratos, siguen evadiendo los controles de emisión de gases y el servicio sigue siendo deplorable. 

Según la alcaldía no se ha logrado concretar las capacitaciones por falta de malla curricular y puesta en marcha por parte de Conquito, empresa municipal encargada.  La capacitación incluye temas sobre trato al cliente, calidad del servicio, contabilidad, finanzas, implementación técnica de la caja común, respeto a pasajeros, peatones y grupos vulnerables. Todo suena muy bien y ojalá que logren realizarse, pero tengo mis dudas de que la cultura del “chofer de bus” tan arraigada por tantos años logre finalmente dar un vuelco. 

Los quiteños estaremos vigilantes a que se cumpla lo ofrecido por la alcaldía, pero así mismo del cumplimiento de la famosa “capacitación” que los transportistas necesitan para mejorar el trato a los usuarios. El transporte es una necesidad para todos y por tanto merecemos un trato respetuoso y responsable. 

Alexis Merino