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domingo, 20 de marzo de 2016

¿Esposa del alcalde o la alcaldesa?



Habían transcurrido apenas un par de meses de la posesión del  nuevo alcalde en la ciudad y yo aún mantenía la resaca de la pérdida de la candidatura a la que le aposté,  cuando decidí tomar un paseo citadino por las estrechas pero mágicas calles del centro histórico. Suelo hacerlo con frecuencia, adoro el aroma a café tostado que inunda las calles alrededor de la Plaza Grande y admirar una y otra vez las imponentes estructuras coloniales de casas e iglesias.

Caminaba yo entretenida mirando todo lo que se cruzaba a mi paso, cuando hubo algo que captó mi total atención, un gran titular en una de esas revistas que solo lees cuando vas a la peluquería,  en grandes letras rojas que decía: “María Fernanda Pacheco: El retorno de la “primera dama”, no me pude resistir y decidí gastarme el poco dinero que llevaba en comprar de inmediato la revista. Y como si el mundo se acabara me apresuré a tomar asiento en la primera banca que encontré para localizar el artículo que había detrás de semejante titular. Enseguida devoré  su contenido. La lectura del texto no demoró más de cinco minutos, cerré las páginas y retomé el paseo mientras en mi mente se revolvían una serie de ideas en torno a lo leído pero principalmente sobre la transformación de la mujer que este artículo podía contener y su relación con la nueva imagen que iba ganando notoriedad en nuestra ciudad.

Sin querer sonar poco objetiva por mis preferencias políticas y contradictoria a mis creencias feministas, me surgieron varias dudas ¿Cuándo Quito perdió a su primera dama? ¿De qué primera dama hablamos? ¿Qué título recibimos el resto de mujeres de la ciudad? ¿Porqué realizar esta diferenciación entre unas y otras?

La respuesta es una y clara, y va más allá de un razonamiento de derechos de género y de otorgar espacios a la mujer antes no dados por la sociedad.  Y como más sabe el diablo por viejo que por diablo, enseguida descubrí  la complicidad de este medio de comunicación y la estrategia política que se empezaba a armar alrededor del nuevo acalde y su esposa.

El gran titular donde se reconocía a Pacheco como “primera dama” tenía un trasfondo bien armado, un salto gigantesco del pasado al presente, de la anterior administración a la nueva , otorgar el mérito de pasar de actuar simplemente como una imagen protocolar a una imagen de mujer guerrera y trabajadora, regalarle un nuevo y diferente rol más protagónico y con más poder mediático. Iniciaba con este primer reportaje y desde todos los medios a su alcance,  la construcción de una imagen política, como un instrumento para acceder al poder y para competir por él, para ejercerlo y conservarlo, tomado en cuenta que es sabido por todos que la alcaldía para Rodas no es más que un trampolín político para llegar a la presidencia.

La reflexión que hiciera aquel día no fue nada errada, pasaron dos años ya de aquel titular y durante todo este tiempo he visto cómo diferentes medios de comunicación le han ido otorgando a María Fernanda Pacheco la notoriedad que nunca antes le habían dado a las anteriores esposas de los  alcaldes que tuvo la ciudad, incluso llegando al descaro de desconocer la loable e importante labor que desempeñaron  muchas de ellas al frente del Patronato Municipal San José, que gracias al trabajo de años y a la entrega que cada una de ellas depositó durante su período como presidentas de este espacio, pasó de ser una simple institución benéfica a una ejecutora de políticas públicas en beneficio de los grupos de atención prioritaria de la ciudad. 

Antes de la llegada de Pacheco ya existían programas de alto impacto que trabajaban en contra de importantes problemas de la ciudad como: la erradicación del trabajo infantil con “Míngate por mi educación”, a favor del adulto mayor y su reinserción en la sociedad por una vejez activa y saludable con “60 y Piquito”, en contra de la mendicidad con “Da Dignidad”,  y otros programas más que iban generando concienciación en la ciudadanía.

Lamentable pero cierto, veo y escucho a diario cómo en varios medios se da a conocer la existencia de estos programas como si todos fueran nuevos méritos de Pacheco, y sin el afán de querer ser  injusta con el trabajo que realice casa adentro, no es nada ético usar el poder de un medio para regalar brillantez exagerada a una imagen más allá de sus propios méritos.

Desde mi lógica esta  estrategia armada desde varios medios (Ecuavisa, Teleamazonas, RTS, El Comercio, La Hora; Radio Visión, Democracia, etc.) va a la par y liderada por el propio alcalde que pese a la ley del Cootad (21 de enero del 2014) que establece que la figura de los patronatos deberían desaparecer en el plazo de un año, así como sus funciones, personal, bienes y  que su presupuesto debe transferirse a la estructura administrativa de los gobiernos autónomos. Si embargo, Rodas encontró la figura perfecta  para convertir al Patronato en una suerte de supersecretaría  a la que duplicó este año su presupuesto, mientras en otras secretarías de vital importancia para el cabildo se hubo reducciones sustanciales. Priorizó el empoderamiento de la imagen de su mujer versus el mejoramiento de la calidad de vida de los quiteños.

El 17 de noviembre de 2104 el alcalde dictó una resolución donde dotó al Patronato de estructura y estatuto orgánico para convertirlo de Fundación a Unidad Especial. Pacheco preside el directorio a donorem y su director ejecutivo es un secretario sin voto. 

Dicen que la política es como un juego de ajedrez, en este caso Rodas realiza su mejor jugada, mueve  las fichas de tal manera que “La Reina” pasa a asumir un rol aún  más protagónico ejerciendo funciones que antes le correspondían a otras secretarías. Así, el Patronato con Pacheco a la cabeza pasa a asumir la administración de los centros de educación inicial antes ejercida por la Secretaría de Educación del Municipio.

Pero tal vez el juego no es tan perfecto. Movimientos tan estructurados y poco espontáneos pueden llegar a ser fácilmente percibidos por el común de la gente, no se ejercen en función del beneficio de la ciudad y su población sino por el  beneficio de la imagen pública y sus fines políticos. La pareja Rodas se muestra ante la ciudanía como experta en la utilización de este recurso. 

Para explicarlo mejor citaré el caso de la Teletón. Conseguir dinero  por medio de la compasión, con un solo fin, el beneficio personal y una supuesta“caridad para los pobres”, ¿quién realmente se beneficia de estos espectáculos televisados, donde se explota al máximo la condición humana para recolectar una escasa cantidad de dinero, y donde se proyecta a los organizadores, alcalde y su esposa, como los grandes benefactores, solidarios y comprometidos? La respuesta es obvia, hay un solo ganador y no es precisamente la gente necesitada sino el gran “show man”, quien lo organiza, dirige y lidera: la “primera dama”.

Si bien Pacheco en un inicio se proyectó como una mujer sacada de un cuento de hadas, joven, bonita, casi perfecta; se conoce que en el día a día es manipuladora, vanidosa, egocéntrica, ambiciosa, descortés y como su marido, con la ambición de convertirse en primera dama de la Nación. En más de una ocasión su imagen llega a opacar no solo a los funcionarios municipales como secretarios, gerentes o asesores sino a la propia imagen del acalde.

He seguido un sinnúmero de sus entrevistas. No se siente solo como “la primera dama” sino que se siente dueña del cargo de alcaldesa, razón por la que considero oportuno hacer la correspondiente distinción para no caer en el grave error de llamarla alcaldesa, como varios medios y periodistas lo hacen ¿Qué diferencia existe entre una alcaldesa y la esposa del alcalde?, pues una muy grande, la primera es de elección popular, es decir ocupa un cargo gracias al voto mayoritario de miles de simpatizantes que creyeron  en sus propuestas y la segunda diría yo, es una suerte de azar, ostenta ese título gracias a una relación de parentesco con el político electo, que en muchos casos recae sobre una hermana o una hija, con la opción a ejercer el cargo impuesto o no.

Estoy casi segura por el actuar de Pacheco que no tiene clara esta diferenciación, mucho menos de su compañero, que al otorgarle más poder dentro de la municipalidad a la par ha demostrado una exagerada  dependencia política de su primera dama. Entre los pasillos del municipio me cuentan que lo llaman el alcalde “Mandarina”, título que hasta él mismo lo ostenta con gran orgullo cuando le envía desde su cuenta de tuiter mensajes de amor, entre rendición de cuentas de entrega de obras se pueden leer frases de amor bastante cursis y muy personales, bastante alejadas del verdadero interés ciudadano.

¿Pero cómo se percibe dentro de la institucionalidad municipalidad este juego hasta cierto punto maquiavélico? Hace un par de semanas leí en la cuenta de Teleamazonas que un grupo de concejales puso su voz de protesta  y malestar en el interior del concejo metropolitano por una supuesta sobreexposición de Pacheco al atribuirse funciones que no le corresponden y que estarían perjudicando su institucionalidad, ¡y cuando el río suena! , dicen que su presencia causa malestar incluso dentro del propio círculo de asesores del alcalde ya que ella estaría asumiendo roles que no son de su competencia. 

A mi juicio el malestar de esta presencia absolutamente forzada en la gran mayoría de los casos no solo se vive a nivel de concejales y funcionarios municipales, sino también de la ciudadanía, y es que María Fernanda Pacheco tiene muchos puntos en contra, entre ellos quiero mencionar los que más causan malestar en mí: primero, sus repetidas intervenciones por medio de su cuenta personal de tuiter en contra del gobierno nacional, llegando incluso a victimizarse en repetidas ocasiones, a esto se suma su condición de extranjera, es decir “hablamos mal de un gobierno y un país que nos dio la mano y la oportunidad de vivir y hablar con total libertad”,  apropiarse del esfuerzo de años y el trabajo de anteriores presidentas del Patronato, utilizar el accionar de la institución para el beneficio de su imagen personal, maximizar sus funciones gracias a la manipulación de los medios de comunicación, etc. 

En fin, un movimiento en falso de la figura de la “primera dama”, puede convertirse en un arma de doble filo, restar y no sumar a un futuro proyecto político. La señora Pacheco debe ter claro que una buena y verdadera imagen política no se construye de la noche a la mañana, no se cimienta en torno a lo estético. No se pude pretender que sea el resultado de la simpatía que un medio u otro puedan tener. La legitimidad y el consenso son aspectos que no se generan en programas de radio y televisión sino en el trabajo bien hecho, en su calidad, en apuntar a una verdadera meta social y no a una meta personal.

Quisiera recordarle que el arribismo no es la mejor opción para actuar en la vida, menos aún cuando se está al  frente de una institución de carácter social como el Patronato y  que tarde o tempano la construcción de una falsa imagen generará el rechazo en los ciudadanos. 


María del Pilar Achig