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lunes, 8 de diciembre de 2014

La privatización de la cultura

Bret Dawson escribió que la cultura tal y como se la experimenta a través de íconos, imágenes y arquetipos ha caído en manos privadas quitándonos el derecho a contar nuestras historias y mantener nuestra vida privada como privada e incluso como curar a los enfermos. Para Dawson la privatización de la cultura va apoyada de un aparato legal que permite que se castigue el compartir bienes culturales que otro podría consumir; Dawson continúa su análisis incluso para el tema de salud pues a pesar de contar con drogas más baratas éstas no se hacen públicas pues las grandes farmacéuticas tienen la patente sobre la opción más cara; para más sobre la privatización de la cultura se puede consultar cualquiera de estos links.

En el caso de Quito, acabamos de vivir lo que esta administración vendió como un renacimiento de las Fiestas de Quito donde se pretendía recuperar la “majestuosidad” perdida en las ediciones anteriores principalmente como resultado de la cancelación de las corridas de toros que involucren la muerte del animal en el ruedo acatando lo decidido en Consulta Popular por la mayoría de los Quiteños.

La siempre optimista administración de Mauricio Rodas desde un principio sostuvo que las Fiestas de Quito habían perdido su luz original fruto de una pobre administración municipal y por tanto en un afán de equiparar quiteñidad con fiesta nos habíamos vuelto cada vez menos quiteños. Ya en campaña se habló de un festival musical que recupere esa visión y que por tanto lleve el nombre de Quito por todo lo más alto, así nació Quitonía que sirvió para juntar en un mismo escenario artistas de los más diferentes géneros musicales que resultaron ser los únicos disponibles con tan poco tiempo de anticipación tal y como confesó en una entrevista el Secretario de Desarrollo Productivo y Competitividad del Municipio de Quito, mientras se insistía en que éste era más que un festival y que se transformaría en una iniciativa de recuperación económica para la ciudad.

Hablar de cultura implica entender que ésta deviene de compromisos sociales fundamentales, hay varias aserciones sobre la palabra las más actuales hacen referencia  a la “coherencia simbólica (aunque nunca absoluta) del conjunto de las prácticas (sociales, económicas, políticas, religiosas) de un grupo particular” (Cuche, La noción de la cultura en las ciencias sociales) acá nos apegamos a una noción más sociológica de cultura que incluye “procesos de desarrollo intelectual, espiritual y estético” del acontecer humano, incluyendo la ciencia y la tecnología.  Hay varias definiciones, si se quiere una explicación didáctica recomendamos leer este.

El Municipio de Quito a través de la Secretaría de Cultura se lanzó a buscar la definición de esta cultura quiteña la cual iba a ser la “festejada y ensalzada” en estas últimas fiestas sin embargo su ejecución se limitó a lo que la controversial Secretaria asumió que era lo que debía significar dicha cultura; inicialmente negó el apoyo a las carreras tradicionales coches de madera por considerar que su ejecución a manos de un mismo organizador durante los últimos 40 años implicaba una monopolización de la “cultura”; los desfiles de la confraternidad fueron adjudicados a organizadores privados a 4 días de su ejecución e incluyeron a los estudiantes de distintos colegios quienes originalmente no iban a participar porque la Secretaria asumió que no representaban esa “cultura” que defendían.

Llama la atención que la Secretaria quién se reconoce a sí misma como una gestora cultural haya dado tantos traspiés en su gestión y acepte que no espera tener políticas culturales en la ciudad “pues el tiempo es demasiado corto”; incluso ahora mientras escribimos estas líneas suenan nombres para reemplazarla parece entonces que la gestión cultural sigue dando tumbos en Quito.  En el caso de Quitonía (evento estrella de este renacimiento de la cultura quiteña) este fue llevado a cabo por la ala económica de la ciudad donde se privilegian los mega eventos que tienen al menos en teoría la posibilidad de generar rédito económico. 

Al igual que en otros ámbitos de la gestión pública (movilidad, gestión de desechos sólidos, planificación urbana, uso del suelo) la ciudad reclama soluciones claras y una definición del curso de acción; ya pasó el tiempo suficiente para hacerse cargo de la ciudad.