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viernes, 23 de enero de 2015

Yo no soy puta

La Concejala Carla Cevallos lanzó en Quito la campaña no más cruces rosadas, con el lema “Si Puta es ser libre y dueña de mi cuerpo soy puta … y qué”. Quienes impulsan este tipo de campañas (que dicho sea de paso no es invención de la Concejala, ya en varias ciudades del mundo se las han llevado a cabo) no se dan cuenta que siguen jugando con los mismos limitantes de una sociedad machista que  ya ha dado a la categoría “puta” formas de actuar que no permiten una verdadera apropiación del cuerpo. 

Veamos, ¿Que implica ser una “puta”? Una especie de “muerte social”, ningún chico “de bien” querrá llevarte a casa a conocer a sus padres y ninguna chica “de bien” será tu amiga; sin embargo al mismo tiempo, una mujer que se rehúse al sexo es considerada frígida y puritana, así como ven no hay una forma correcta de hacer.

A pesar de los múltiples estudios que prueban que el ser catalogada como “puta” tiene impactos a largo plazo en especial en las mujeres más jóvenes; estas iniciativas, como las que propone la Concejala, apuntan a recuperar el dominio sobre el cuerpo por parte de las mujeres, la justificación es luchar en contra de la forma de pensar retrógrada que sostiene que una mujer es responsable sobre el actuar de los hombres. La típica de si se hubiera vestido diferente (o actuado diferente) no hubiera sido asaltada, o victimizada; como mujer, como feminista comparto la idea que se defiende, yo como mujer no soy responsable por la actitud de mi agresor, la solución ideal no es darme “tips” sobre cómo evitar que me asalten, lo ideal es informar a mis posibles agresores como no ir a prisión.

Sin embargo el enfoque en “reclamar” la palabra puta no acepta que  la palabra está relacionada con una idea de que la sexualidad femenina es algo que merece ser castigado, oculto y que por tanto más allá de cualquier “salvación”.  Es decir es seguir participando con las mismas reglas del juego del patriarcado limitante que evita que una mujer realmente pueda ser dueña de su cuerpo.

De acuerdo con los datos de la 1era Encuesta Nacional de Relaciones Familiares y Violencia de Género contra las Mujeres en el Ecuador el 61% de mujeres ha vivido algún tipo de violencia de género, 1 de cada 4 mujeres ha vivido violencia sexual,  la violencia psicológica es la más recurrente forma de violencia de género en el país, con el 53.9% de los casos y el 76% de las mujeres ha sido violentada por su pareja o ex pareja, es decir, la mayoría de veces, el delito o abuso no se comete en la calle o en el trabajo, sucede puertas adentro en la casa, en la cama. Es innegable que se trata de una situación que merece todo el impulso por parte de las autoridades, sin embargo lo que debemos buscar es otra forma de crear nuestra propia auténtica sexualidad en vez de seguir utilizando términos manejados por la sociedad patriarcal como “puta”.

Debemos recuperar las calles, pero no por el derecho a ser llamadas “putas”. Debemos pelear por la liberación de mitos culturalmente impuestos sobre nuestra sexualidad que imponen la violencia de género, tenemos (nuestras hijas e hijos) el derecho a vivir en un mundo que celebra con igualdad la libertad sexual y la integridad. ¡POR ESTO YO NO SOY PUTA!