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lunes, 27 de octubre de 2014

Movilidad y Transporte, Opciones Políticas



Transporte público en Quito
Este post toma su título del artículo publicado por Carme Miralles – Guasch y Ángel Cebollada i Frontera del Laboratorio de Alternativas.

Una determinada organización de la movilidad y del espacio público implica una opción política sobre la ciudad y sus ciudadanos.

La accesibilidad es un derecho individual que depende de las características personales de los ciudadanos; uno tiene que poder decidir a donde ir y cómo movilizarse. Se torna una opción política en la medida que la cohesión social y territorial de un espacio urbano depende de la capacidad de moverse en un territorio.

Las políticas públicas de movilidad y transporte tienen que relacionarse con la planificación territorial y urbana, garantizando así la participación (no sólo con ideas, sino también en la toma de decisiones) de la ciudadanía a través de herramientas como pactos y mesas por la movilidad. Con esto en mente las políticas de transporte deberán dar respuesta a los requisitos que tienen los ciudadanos respondiendo a las necesidades de desplazamiento que dependen de características colectivas e individuales.


Mapa del Centro Histórico - Quito
El espacio físico en las ciudades es cada vez más limitado, está claro que la solución no podrá ser hacer más vías y que se deberá poner un límite al crecimiento automotriz y al crecimiento de vías. La movilidad incluye también, entonces, una noción política que inciden en la opción de ciudad y en la forma de vida que se ofrece y que incluye vivienda, diseño urbano o espacio público.

El actual modelo de desarrollo urbano asigna una función para cada espacio residencia; trabajo y ocio, que funcionan como piezas aisladas unidas por los ejes viales. Las calles se organizan según criterios segregacionistas como espacios conectivos con la circulación como único uso posible, con esto en mente el auto se convierte en instrumento central del sistema de movilidad.

Quito – Google Maps

Esta cuadrícula urbana da como resultado un modelo fragmentado, creciente y desigual; son áreas urbanas que tienden a la homogeneidad interna, la disposición de servicios privilegia ciertos aspectos y penaliza otros, dando como resultado gran cantidad de espacio con una mínima implantación de usos, lo que produce una disminución en las densidades urbanas.

Un sistema que favorece el uso del vehículo deja de lado iniciativas para la circulación y el uso masivo del transporte público y no faculta una integración entre las diferentes áreas de la ciudad. Solucionar este escenario requiere una planificación urbana clara, una decisión política y una participación ciudadana; todos elementos que se ven por ahora ausentes de la actual administración local.