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viernes, 7 de noviembre de 2014

El Clima de Quito


Rain Room en el MOMA New York
Bien se dice que el clima de Quito es variable; algunos dicen que incluso se parece a sus mujeres.
Lo que sí es cierto es que resulta casi un esfuerzo de interpretación sicológica decidir cómo uno va a vestirse en el día, el paraguas para algunos es accesorio de rigor aunque, claro existen los osados que deciden enfrentar al  día como venga.

Resulta entonces que la opción de vestuario para el quiteño promedio se convierte en una de las tareas más difíciles del día; cómo lograr esa combinación perfecta que garantice protección contra el frío invernal de la mañana, pero que al mismo tiempo también garantice no sufrir un golpe de calor en el sol de desierto al medio día, y luego sirva para cerrar la jornada enfrentando a una lluvia digna del más bíblico diluvio universal.


La foto es vieja pero ilustra muy bien en lo que se 
convierte Quito con lluvia sin agentes (o policía) y
 con los “valientes” que colapsan las intersecciones
Quito geográficamente tiene una zona plana donde se concentra el agua que baja de las pendientes especialmente desde el Pichincha, lo que hace que estas áreas planas se conviertan en lugar ideal para las inundaciones.

Navegar en este escenario como peatón es complicado, como ciclista casi imposible,  aquellos encerrados en un automóvil tienen las de perder. Siempre existen intersecciones en las que los semáforos han decidido declararse en huelga y están apagados,  intersecciones que siempre son las mismas y en donde siempre las autoridades responden que “enviarán a alguien para reparar la avería lo más pronto posible”, evidentemente luego de la tormenta.

Aquí una pregunta, ¿no sería más fácil monitorear el semáforo  antes de que este falle cuando más se lo necesita? Pero no, en realidad parecería que acá en Quito estamos dispuestos a hacer cualquier cosa menos la más fácil.

Si a la falta de semáforo se le suma la falta de los Agentes Civiles de Tránsito el escenario ahí sí se convierte en algo digno de película de cataclismo mundial, tratar de cruzar intersecciones cuando los “valientes” las taponan ante la falta no sólo del semáforo o del agente, si no del más elemental sentido común es una tarea que le pone del peor genio posible, incluso al más optimista conductor.  Así, un trayecto que usualmente no tomaría más de 15 minutos puede llegar a tomar horas, arruinando no sólo el ánimo si no completamente el día. Está claro que el tema de la conducción racional y responsable no es responsabilidad exclusiva de la autoridad, si aquel que se cree “valiente” y que tapona la intersección cediera el paso la situación sería menos mala, pero la autoridad tiene que estar presente, semáforos que no funcionan y unos agentes que no “existen” complica aún mucho más el escenario.

Empieza la temporada invernal en Quito, las lluvias de los últimos días han colapsado la ciudad. Se convierten en comunes los escenarios de calles inundadas, los semáforos apagados y los agentes “invisibles” o incapaces de solucionar los problemas que el clima causa, un tema más frente al cual la actual administración no presenta un plan integral y sólo se concentra en soluciones parche.