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miércoles, 12 de noviembre de 2014

Yo le digo no al Teletón

Este año, la Administración Municipal revive la figura del teletón en la ciudad bajo el lema de “Quito Solidario” se trata de iniciativas más o menos conocidas;  los hay en México bajo inspiración chilena que es ya un experto en organizarlos desde fines de la década del 70, en el Ecuador el Municipio de Guayaquil los realiza cada año. Todos estos funcionan igual; se recolecta dinero en las semanas anteriores y en una transmisión maratónica de TV (que en el caso quiteño es más bien media maratón pues son sólo 8 horas en vez de las más de 24 que dura en México y en Chile) artistas y presentadores pugnan por inspirar la mayor “compasión” en el público televidente para garantizar una buena recaudación.

Los fondos que se reúnen en los teletones son casi siempre destinados para causas de tinte social; en México la Fundación Teletón financia los Centros de Rehabilitación Infantil, en Chile se entrega ayuda a discapacitados en escena donde éstos lloran agradecidos por el “esfuerzo solidario” que les dio una silla de ruedas mientras que; en Guayaquil los fondos se entregan en rueda de prensa días después del teletón.

Hace unos días el Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas realizó un informe sobre México como firmante de la Convención; ahí el Comité criticó el teletón sosteniendo que éste “promueve estereotipos de las personas con discapacidad como sujetos de caridad” adicionalmente en el caso de México la Comisión añadió, que “preocupa que buena parte de los recursos para rehabilitación de las personas con discapacidad del Estado parte sean objeto de administración en un ente privado

Acá en Quito María Fernando Pacheco ha dicho que las ganancias del teletón se destinarán para dos temas prioritarios; el primero la asistencia a grupos vulnerables a través de la división en partes iguales de los recursos para la Fundación Cecilia Rivadeneira, Jóvenes contra el Cáncer y el Patronato San José; y luego para la reconstrucción del convento de Plaza San Francisco en Quito. 

Acepto una cosa;  estar en contra del teletón es una postura que a ratos resulta complicada defender, pues es casi como estar en contra de la cura contra el cáncer o de que un niño reciba desde juguetes hasta salud y educación. Sin embargo; lectores ofrezco un argumento para rebatir este sentimiento de culpa que puede aparecer, es necesario diferenciar entre aportes privados y lo que los estamentos públicos están obligados a dar. Por ejemplo;  yo ya pago impuestos para que a través de la Secretaría de Inclusión Social del Municipio del Distrito Metropolitano de Quito se lleven a cabo proyectos del estilo que se propone vía Patronato San José, sobre todo porque éste debe desaparecer (o transformarse) hasta el 21 de enero del 2015. Y en cuanto al museo del convento de San Francisco existen otros mecanismos para garantizar que este tenga recursos, ¿no tiene nada que ver aquí la Fundación de Museos?

Y es que me temo que los teletones se convierten en un mecanismo para tranquilizar conciencias; uno se siente más calmado luego de donar dinero o en el caso de los grandes auspiciantes desde tiempo aire, horas de trabajo, publicidad, etc.   Pero, lo que se hace es relevar a la entidad pública de la responsabilidad que tiene de cumplir con ciertos temas de tinte social y también promover el estigma de recipientes de caridad únicamente. El show se vuelve una evidencia de la visualización más asistencialista, dramática, compasiva pero sobre todo profundamente irrespetuosa hacia personas en situaciones de vulnerabilidad además de un lavado de imagen por parte de las empresas que participan en este supuesto desenfreno de solidaridad. Quiero cerrar con una frase de Carolina Pérez de Chile “Porque somos sujetos de derecho, dignos, y por sobre todo seres humanos… Yo digo NO a la Teletón”.