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viernes, 14 de agosto de 2015

Jalón de orejas al Municipio por falta de control


Cada año espero con entusiasmo la llegada del  Verano de las Artes Q, antes  llamado Verano Q o Agosto mes de las artes. Durante el mes de agosto el Municipio de Quito bota la casa por la ventana  e invierte importantes recursos en la organización de cientos de eventos con una interesante oferta cultural que incluye conciertos al aire libre y actividades lúdicas y recreativas que disfrutamos los quiteños durante el verano. Reconozco que es un gran esfuerzo de planificación en una urbe de más de dos millones de habitantes y con una población tan diversas. He sido una asidua visitante de estas actividades, especialmente las realizadas en el parque Itchimbía los dos últimos fines de semana, donde asistí a los conciertos organizados en tres escenarios al aire libre; y me ha llamado la atención cómo el  Municipio ha tenido gran acierto en organizar eventos pero casi nada de efectividad en cuanto al control.

En la ordenanza 284 se establecen claramente los requisitos y normas que debe cumplir quien  organice un evento público. Entre ellos constan una larga lista de autorizaciones que incluyen desde permisos de bomberos, certificación de vías de acceso, seguridad, baterías sanitarias, entre otros.  Las empresas dedicadas a estos menesteres ya son duchas en el asunto y saben al dedillo la lección, pero tal parece que casa adentro la cosa es muy distinta.

Si bien es cierto hemos tenido la oportunidad de disfrutar de artistas internacionales de la talla de la mexicana Lila Downs, la orquesta Fernández Fierro de Argentina, Hoppo  y artistas locales tan importantes como Alex Alvear, el grupo Nin, por nombrar algunos; y que estos se han presentado  con excelentes condiciones de amplificación y grandes tarimas; el Municipio ha descuidado totalmente lo que dicta la ordenanza en mencón, especialmente en lo que tiene que ver con la seguridad de los asistentes, así como el escaso control con el expendio de bebidas alcohólicas y sustancias estupefacientes.  En los días que asistí al parque, con suerte vi un par de efectivos policiales.  

Hay que darle un jalón de orejas a los organizadores por el tema de la seguridad.  Acuérdense cómo somos auscultados al entrar a cualquier concierto en un lugar público: hay gran seguridad para que los asistentes no ingresen con bebidas alcohólicas, comida y demás; sin embargo el parque Itchimbía,  al estar en un espacio tan amplio, no cuenta con este tipo de seguridad y es evidente que se les fue de las manos.  

A la voz de “trópico” o “canelazos” se expendía licor entre los asistentes sin control alguno. Cualquier hijo de vecino podía entrar con su mochila y vender lo que quería.  Y por supuesto no faltaron los que llevaron el licor de rigor camuflado en tomatodos. El alcohol y otras sustancias a disposición de todos. Como se trataba de conciertos al aire libre y en horarios familiares, muchos llevaron a niños pequeños. Un espectáculo paralelo se vivió en el público para quienes fuimos en familia a disfrutar de los conciertos: jóvenes pasados de alcohol bailando a empujones y circulando de mano en mano el tomatodo o el vacito de bebida, otros mareados fumando “algo más que cigarrillos” y todo esto a vista y paciencia de la autoridad que brillaba por su ausencia.
Hay que hacer un mea culpa también para quienes abusan de esta falta de control.  La clásica “sapada” al observar que nadie controla nada hizo que algunitos hasta se roben los sillones que había elaborado el Municipio para que los espectadores disfruten de los eventos comodamente. Con gran vergüenza ajena tuve que escuchar a la directora del Teatro Sucre antes de presentar una banda internacional, decir que “no se vayan a robar los sillones, que ya llevan casi treinta robados”.  ¿Dónde queda nuestra cultura ciudadana?  Así como exigimos control, también debemos ser corresponsables de las malas acciones.

Es evidente que las sanciones que supone la ordenanza 284 no se van a acatar al ser los infractores  juez y parte,  solo espero que los señores del Municipio se dignen en controlar un poco más a los malos ciudadanos y logremos disfrutar de lo que queda del Verano de las Artes 2015.

Gigi Briceño