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martes, 18 de agosto de 2015

¿Y ahora quién paga los platos rotos?


Quito, nuestra querida “carita de Dios”, que fuera declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1978, ha tenido que soportar una vez más la furia de los “marchantes”, que con el pretexto de unirse al paro convocado por diferentes actores sociales para reclamar una serie de demandas al gobierno central, han aprovechado la coyuntura para desplegar toda su ira contra los bienes públicos de la ciudad.

La renovada Plaza Chica en el Centro Histórico de la capital (en las Calles Guayaquil y Espejo) fue el escenario de un crudo enfrentamiento entre la Policía Nacional que trataba de guardar el orden y manifestantes violentos que lanzaron piedras, palos, proyectiles caseros y las propias cercas de seguridad, avivados por un ímpetu descontrolado sin importar heridos y destrozos materiales.  Las consecuencias a la vista de todos: bancas destruídas, paradas de trolebús dañadas, adoquines de la centenaria Plaza San Francisco arrancados, paredes pintadas con grafittis, clavos y alambres en las paredes de inmuebles Patrimoniales, por nombrar algunos de los daños causados.

Pero eso no es todo. El irrespeto por el espacio público no solo sucede contra los bienes patrimoniales, que ya es batante decir; sino que con motivo del llamado “paro indefinido”, los manifestantes se han tomado el parque El Arbolito junto a la Casa de la Cultura; y con el consecuente efecto que conlleva albergar decenas de personas por varios días en condiciones bastante precarias. El parque se convierte en baño, concina, dormitorio y patio trasero por varios días. Un lugar de esparcimiento y recreación que en los últimos días de vacaciones está prácticamente inutilizado por los habitantes capitalinos.

Las consecuencias a vista y paciencia de todos: árboles destruidos, ingentes cantidades de basura, el césped deteriorado a su extremo, automóviles en medio parque, entre otras acciones. El espacio público a merced los manifestantes haciendo lo que les parece.
¿Y ahora quién paga los platos rotos? Le tocará al propio Municipio arremangarse y ponerse a reconstruir lo destruido. ¿Acaso no existe una ordenanza (260) que protege los bienes patrimoniales y que sanciona su maltrato? ¿Dónde está el Municipio sancionando a los infractores? Claritas se vieron sus caras en todos los noticieros nacionales, no son desconocidos.

¿Y qué pasa con los quiteños y con nuestros visitantes?, ¡Respetémonos señores!  Y esto va para quiteños y foráneos, para autoridades y para ciudadanos de a pie.   ¿No nos jactamos de tener el Centro Histórico mejor conservado de Latinoamerica? ¿Acaso no queremos todos tener más y mejores áreas verdes?¿ Acaso no somos felices con las paradas de buses que nos resguardan del frío y el inclemente sol del verano? Hagamos conciencia, el espacio público manifestación o no, es de todos.

Gigi Briceño